20140429

Historia de un hada 1: Ciara Eyre

Los días pasaban con tranquilidad en mi hogar, un lugar que no tenía cuatro paredes que encerrara todo lo que adoraba, al contrario, era un espacio tan abierto y libre que quizás a los simples ojos mortales no sería más que un sitio de paso, turístico y sin demasiado interés. El bosque era mi hogar, rodeada de enormes y fornidos árboles, amaneciendo cada día con aquel aroma a césped mojado, adorando cada gota de rocío que caía en las hojas de los arbustos, admirando los maravillosos colores de las flores que resaltaban con alegría entre los distintos tonos de marrón y verde del paisaje, cuidando de cada pequeña ave que decidía realizar la banda sonora más perfecta del universo que anuncia el amanecer y significa mucho más de lo que cualquier otra criatura que no fuéramos las hadas o nuestras hermanas las ninfas, pudiéramos realmente comprender.
- ¿Han amanecido bien pequeños? – pregunté con voz melodiosa mientras volaba alto entre las copas de los árboles, pasando cerca de sus alas y rozando sus plumas con compañerismo.
– Qué dicen, ¿hoy tendremos buena temperatura? ¿El sol nos regalará una calidez típica de primavera? – a cada una de mis preguntas algunos de los pájaros me respondía cantando y yo le devolvía una risita o una pequeña sonrisa a cambio, comprendiendo aquello que me decían.
Era una mañana más en el bosque, una deliciosa mañana bañada por los primeros rayos de sol y la compañía de todos los seres que eran quienes me hacían compañía, pronto me dispuse a abandonar mi figura diminuta y colocarme en el suelo para caminar en mi forma humana, dejando caer mi característico y mágico polvo sobre algunas criaturas que me seguían, dándoles así protección como bien me correspondía como una dama e hija de la naturaleza.
Solo parecía una mañana más. Seguí revoleteando de aquí a allá, dando algunas volteretas y uniéndome a algunas mariposas que buscaban alimento en las flores. Una pequeña ardilla llamó mi atención al estar en el suelo, escondida detrás de un tronco, observando atentamente hacia un punto fijo, por lo que me acerqué volando con cuidado de ir a parar justo sobre su lomo.
- ¿Qué observa señora ardilla? ¿No hay suficiente bellotas esta vez? – pregunté algo preocupada. Ella rápidamente hizo señas con su cabecita hacia donde miraba, indicándome que lo hiciera yo también. Pestañeé un poco y centré la mirada lo más posible, viendo allí a lo lejos, hasta que logré distinguir una figura humana. ¡Eran cazadores!
– Oh, ¡señora ardilla! Vuelva a su hogar, yo me haré cargo. – el animalillo obedeció y corrió árbol arriba para esconderse en su agujero favorito.
Posé mis pies en el césped y tomé mi figura humana, yendo vestida con un blanco vestido, suelto y que lucía a la perfección un escote que tomaba bien la forma de mis pechos, dejando mi cabello negro, largo y en ondas caer suelto por mi espalda, con una corona de flores que yo misma había elaborado, con los pies descalzos y una tobillera de enredadera que las aves me habían regalado. Me acerqué con mi paso grácil y suave hasta donde un grupo de tres hombres se encontraba, listos con sus armas para cazar a mis preciados amigos. Nada me hervía más la sangre que esa actitud de los humanos, pero debía ir con cuidado y ser cauta. Me escondí detrás de un árbol cercano y me asomé lo suficiente para que pudieran ver un poco de mi rostro, mi cabello y las flores rojas que llevaba en él. Sonreí fingiendo inocencia y reí bajito con un tono agudo de niña, lo suficiente para atraer la atención masculina. Uno de ellos me notó e hizo señas a los demás para que me vieran, a lo que me escondí un poco más pero volví a asomarme, jugando así un poco con ellos.
– Jovencita, ¿Qué haces aquí en el bosque? ¿Gustas hacernos compañía? – preguntó uno de ellos, con aquel tono asqueroso que usaban los hombres pensando que eran encantadores.
Sin embargo, seguí engañándolos y asentí suave con la cabeza, y volviendo a reír como niña. Me deje ver por completo saliendo de atrás del árbol pero con una mano aún apoyada en él. Sus ojos se abrieron un poco más al verme bien y noté su mirada recorriendo cada línea de mi cuerpo, en especial allí en mi pecho, donde se deleitaban la vista. Tan típicamente mortales. Bajé un poco la cabeza al dar unos cuantos pasos más hacia ellos y señalé una de sus armas con una expresión inocente.
- ¿Han venido a cazar? No me gustan las armas… - comenté mientras acortaba la distancia con el hombre que me había hablado y posaba mi mano con suavidad sobre su pecho, logrando que el hombre se exaltara y que yo a cambio, sonriera.
– No, no, no… hemos venido a pasear solamente. – mintió con poca astucia el hombre y yo negué con la cabeza.
- ¿Han venido a pasear con armas? ¿Las armas ayudan a hacer más ameno el paseo? – preguntaba en tono suave y dulce, recorriendo con mi dedo índice el pecho del hombre mientras seguía el camino con mis ojos. Elevé la mirada y ladeé el rostro a un costado, sonriendo como antes y apartándome con delicadeza para acercarme a los otros dos que observaban absortos mi pasar. Era exquisito disfrutar de aquella forma que tenían de disfrutar de mi belleza, aunque ello no quitaba que fueran asquerosos cazadores, una lástima. Paseé mi mano esta vez por el mentón de un castaño, observando sus facciones como si le diera importancia real y bajando su rostro para que su mirada se perdiera en mi escote.
- ¿Les gustan las chicas jóvenes y bonitas como yo, no? – pregunté girando la mirada un poco al tercer muchacho, al cual le guiñé un ojo lo que me dio paso a alejarme de los tres definitivamente.
– No creo que a nadie de por aquí les gusten los hombres malos como ustedes – los tres, boquiabiertos aún, me vieron en solo un instante reducirme hasta mi forma diminuta, quedándose pasmados mientras yo emitía un grito agudo y únicamente comprensible para los animales que vendrían en mi ayuda, haciendo uso de mi habilidad como hada.
Pronto, en tan solo unos segundos en los que yo volé por el claro donde nos encontrábamos, llegaron cuatros feroces lobos que acudieron por mi llamado, una manada que vivía en la cercanía del bosque y del cual su líder me había prometido protección siempre que lo necesitara. Me dedicaron una rápida mirada mientras yo aún flotaba y allí fue cuando les señalé a los hombres, rápidamente los lobos se lanzaron contra ellos, a los que los mortales comenzaron a correr con gran velocidad abandonando sus armas en el camino al verse prácticamente devorados por los lobos. Pronto los hombres estuvieron lejos gracias a la ayuda de mis amigos y yo pude volver a tener una mañana tranquila en mi hogar.

20140426

Life story: Jeanne (1)

Hubo una vez una chica. La chica solo tenía a su hermana. Hubo una vez un chico. Él estaba solo en el mundo. La soledad los hizo una sola persona, los unió y cumplieron su promesa de estar juntos hasta que la muerte los separé, mas siquiera la muerte los separó. De la soledad, proviene la misma soledad, y de una batalla ganada por muchos y perdida por ellos, quedó una niña. Era la niña y una adolescente, su tía. La adolescente no sabía qué hacer, ahora era ella la que estaba sola en el mundo, y tenía miedo, y el miedo puede controlar nuestras acciones de una forma muy cruel. Crueldad, quizás esa palabra expresé lo que pienso del momento en que aquella chica abandonó a la niña de apenas año y medio en un parque. ¿Qué si la comprendo? Tal vez un poco, pero a veces no basta con comprender.

La niña, pequeña e indefensa, fue encontrada por muggles, en un parque que solo era visitado por ellos. Las personas tuvieron buenas intenciones, la llevaron a un orfanato, y allí se quedó hasta que pocos meses después una señora la adoptó. Vio en la pequeña una hija, pero también, un bonito objeto que lucir en sociedad, como si de un prendedor de diamantes se tratase, solo quedaba pulirlo y prepararlo. El marido de la señora, hombre respetable, famoso por su cargo público y aquellas ideas políticas que luce con tanto orgullo, jamás estuvo de acuerdo con la adopción, pero mientras a él no le diera problemas, la niña podría quedarse.

La soledad deriva en soledad. Los años para la pequeña pasaron y aquellos padres que la habían adoptado no estuvieron a su lado, no fueron quienes la criaron, solo fueron quienes la empujaron a mil clases que lograrían pulir el diamante en bruto. Sin embargo, un día durante su décimo año de vida, tocó a la puerta una mujer. Esta vez, el padre adoptivo de la niña si odio la decisión de su esposa. La pequeña resultaba ser un “fenómeno”, de esos mismos con los que él tenía que lidiar a veces en el trabajo, que le traían problemas imposibles de creer, pero que había que escucharlos. Ella no era parte del mundo “normal”, ella no pertenecía a esa casa, ni a esa familia, ni podría ser jamás el diamante con el que soñaron.

La tía de la niña había regresado. No para llevarla con ella, solo para pedir disculpas, explicarse y contarles la verdad de que el próximo año la pequeña debería ir a un colegio especial, un colegio de magia y hechicería. La niña no preguntó demasiado, no lograba comprender del todo que le dijeran que sus padres no eran sus padres, que hubo dos personas que si lo habían sido pero que habían fallecido y que ella no los había conocido. Y aunque luego preguntó, jamás quisieron decirle nada del pasado, le aseguraron que debía vivir el presente y seguir adelante en el futuro, y que su vida era la que sus padres adoptivos le habían dado. La mujer le aseguró que sus padres habían sido magos, que habían muerto en una guerra que había devuelto la paz al mundo mágico y que ellos estarían muy orgullosos si vieran como había crecido. Pero no hubo nada más, ella volvió a desaparecer y apareció mediante cartas cada algún tiempo, hasta que se fue de viaje un día, sin fecha de regreso y dejándola a cargo de una tutora del mundo mágico.

La niña creció. Creció con dudas, con incertidumbre, con pena. No sabía y no sabe cómo sentirse respecto a tener padres que parecen desconocidos y tener otro par de padres que realmente lo son, y que como nadie parece querer contarle sobre ellos, así lo serán por siempre. ¿Debería llorar? ¿Sentir lastima? ¿Preguntarme si era parecida a mi madre o a mi padre? ¿Si ellos quizás soñaban un futuro para mí? ¿Debería no odiar al hombre que me adoptó y que un día me gritó en la cara que yo jamás podría ser su hija? ¿Debería odiar a la mujer que se quedó a su lado sin defenderme? A veces me pregunto qué nombre me habían dado mis padres biológicos, o cuál es mi fecha real de cumpleaños, y luego recuerdo que no puedo saberlo, y que simplemente debo seguir adelante con lo que tengo y lo que se. Entonces comienzo a cuestionarme a mí misma, a preguntarme si está bien quien soy o cómo soy, y caigo en cuenta de que no tengo respuestas para ello, que solo puedo seguir adelante e intentar descubrirlo con el pasar del tiempo. Jamás pude llorar por el dolor de perder a alguien como perdí a mis verdaderos padres, porque creo que jamás me di cuenta que los había perdido, es como sentir que no sabes de donde provienes, porque no tienes una foto, una voz, algo que recordar y extrañar, entonces a veces lloro por la sensación de vacío, el vacío que siento de no tener nada. Y creo que ese vacío ha de llenarse con nuevas personas, nuevas sensaciones y emociones, y que un día ya no lo sentiré, pero de momento, sigo creyendo que la soledad es hereditaria y que es lo único que mis padres me dejaron.

20140419

Drabble cotidiano 6: Sonrisas

No sé exactamente cuándo ni cómo, solo sé que un día empecé a sonreír en las fotografías. No es como si lo hubiera practicado previamente frente al espejo, creo que solo me dije a mi misma “Hey, deberías probar con sonreír, pero con ganas, no con esa mueca que intenta ser una sonrisa.” Increíblemente funcionó. Me gusta ver las fotos en las que sonrío sinceramente, se diferenciarlas bien de cuando sonrío obligada o sin ganas, creo que esa es la razón en parte por la que últimamente soy más ermitaña, me cansé por el momento de vivir sonriendo aunque no quisiera hacerlo.

Drabbles cotidianos 5: Dolor

Estos últimos días vi varias imágenes, vídeos y leí frases desgarradoras. Más de una vez se me hizo un nudo en la garganta, lagrimeé y sentí el bofetazo cruel de la realidad. A veces me pregunto si realmente hay un ley por la que se rige el universo para determinar nuestros destinos y asignarnos dolor y felicidad en una medida que “merecemos”; a veces realmente siento que quien sea que controle los hilos está muy equivocado, que le da demasiado dolor a gente que no lo merece y que uno que sabe la angustia, la desesperación, el sufrir, la perdida, la sensación de caer en un pozo profundo, que sabe de todas aquellas sensaciones al momento de perder a un ser querido, no puede imaginar que realmente haya gente que deba perder a hijos tan jóvenes y en circunstancias tan crueles. No rezo bajo ningún credo, pero todos mis pensamientos y fuerzas están dirigidos a las almas de los jóvenes que perdieron la vida en una de las mayores tragedias marítimas de la actualidad.

Drabbles cotidianos 4: ¿En qué creo?


Creo que todos tenemos momentos en que nos detenemos a pensar para que venimos a este mundo, que objetivo o misión tenemos y es ahí cuando creemos por un instante que seguro venimos para algo especial, que algo distinto debe de haber en nosotros, ¿Súper poderes quizás? ¿Algún poder súper cool que solo podemos desarrollar si nos concentramos mucho? Es fantástico dejar volar la imaginación por un instante, porque luego viene este momento en que vuelves a la realidad y te das cuenta que solo eres uno más del montón, pero déjame contarte algo. Si crees en ti mismo con la misma fuerza que deseas ser especial, definitivamente lo serás, y no necesitaras un Dios o un súper héroe que te ayude a lograrlo, simplemente serás tú contra el mundo, y veras como aunque frente a ti se interpongan mil piedras, podrás superarlas, solo necesitas creer en ti mismo y llevar en una mano la persistencia y en la otra la fuerza, ambas serán grandes aliadas para seguir tu camino, por más difícil que parezca, todo puede ser superado.

Drabble: Jeanne 2

¿Qué si alguna vez había pensado en ir más allá de las caricias y besos con él? No podía engañarme a mí misma cuando esa pregunta se formaba en mi mente, la respuesta real era “Si”. Pero no en cualquier momento, eran momentos como esos en que sus labios besaban mi piel y el muy maldito no me dejaba concentrarme ni un instante con claridad que mis pensamientos viajaban mucho más allá y se perdían en sueños de un futuro con él, de una relación y de un momento mucho más íntimo, donde la extensión de piel que tuviera para besar fuera mucha más que solo la de alrededor de mi cuello, como justo ahora lo hacía. – Hey, no me dejas ni pensar con claridad, detente un segundo. – le dije entre risas para irme levemente hacia atrás y alejar aquellas ideas de momento al igual que sus labios de mi piel.

Canción: Red Hot Chili Peppers - Tell Me Baby

Drabbles musicales: Jeanne 1



No es como si fuera algo que realmente se pudiera evitar. Parada allí frente al espejo, me estudiaba a mí misma, estudiaba quien era esta persona en el reflejo, si era la persona que quería ser, si esta chica en la que me había convertido encajaba con mis ideales, si era autentica. Me coloqué mi color de labios favorito y ajuste el top que iba a llevar, girando un poco para observarme de perfil. Allí vi el tatuaje de dos estrellas y descubrí que definitivamente no era la persona que quería ser. Ese fue el punto de quiebre de mi relación con Sid.

Canción: Take on me – A-ha

Hay cosas que la mente no procesa en el momento que suceden. Como cuando el chico que te ayudo en medio de un mercadillo extranjero lleno de gente re-aparece frente a ti como caído del cielo caminando solo con su traje de baño y empapado de las virginales aguas brasileñas. Me arrancó un suspiro que no llego a materializarse, pero allí estaba, en mi mente, causando una especie de explosión de neuronas. Unas neuronas que ya tenían un nombre en quien pensar, pero que al primer momento en que descubrieron que ese rubio no encajaba, lo cambiaron por un castaño.
Canción: Bette Davis Eyes – Kim Carnes

Mi último cumpleaños había caído un sábado. Mis cumpleaños eran una situación bastante particular, difícil, confusa. Por lo que lo mínimo que esperaba era que mi cuestión menos confusa de los últimos días tomara su teléfono y me llamara, o me enviara una lechuza, lo que sea, pero que recordara que le había dicho que era mi cumpleaños de alguna forma. La mañana pasó, la tarde pasó, la noche llegó, ninguna llamada, ninguna lechuza. Me encantaba Sid, pero realmente era duro para mi saber que no lo había recordado. Esa noche me encaminé a la fiesta con la única idea de olvidarme de todos y de todo.
Canción: Call me – Blondie

Estar en sus brazos era lo más parecido al éxtasis y al paraíso. Un paraíso seguro, con sus manos rodeando mi cintura y mis manos sobre su cuello, acariciando y tocando su perfecta piel, pudiendo disfrutar de cerca de sus ojos y de cada detalle de sus facciones. Un éxtasis porque no cabían en mí las emociones de que al fin se diera este encuentro. Y puede parecer que hablo de sexo, pero no señores, les hablo de la primera vez que este hombre me besó. Fue tan esperado, tan deseado y tan exquisito cuando al fin se dio, que fue como invadir el Eden a la fuerza, la misma adrenalina, el mismo placer.
Canción: Tainted Love – Soft Cell


¿Alguien siquiera podría entender lo que significaba bailar para mí? ¿Lo que la libertad para moverme sin ningún límite causaba en mi sangre? Eso, era mágico para mí. Algo tan muggle, algo que en toda su concepción gritaba que era imposible explicarle a un mago que trataba incluso de una carrera que podría tener lugar en la estructurada sociedad mágica. El ritmo se metía debajo de mi piel y hacia reaccionar solo mi cuerpo, cada una de mis extremidades tenía vida propia al bailar, cada sufrimiento, cada emoción, cada tensión se unía al beat y se transformaba en pura expresión artística y en liberación. ¿Podía alguien comprenderlo? No creo.
Canción: Right Round – FloRida / Pitch Perfect  - Dead Or Alive - You Spin Me Round (Like a Record)

Drabbles cotidianos 3: Ciudadana del mundo


La costumbre, las leyes, el hombre, la normalidad, los libros, la cartografía, muchas cosas nos señalan los límites entre estados, mi identificación incluso indica que soy ciudadana de un país. Mi identidad grita que soy de un lugar, que absorbí su cultura, sus tradiciones, que soy parte de una nación, pero contra toda normalidad, me siento libre de admitir que no pertenezco exclusivamente a esos límites demarcados por el hombre. Me gusta pensar en mi misma como una ciudadana del mundo, como si hiciera propia cada cultura, sociedad, estado, nación que me cautiva por alguna razón. Quizás por eso sufro tanto con las tragedias de aquellas naciones de las que me siento tan parte, como si realmente mi identificación pudiera indicar que también pertenezco legalmente a ellas con solo desearlo.

Drabbles cotidianos 2: ermitaña

Noté que últimamente estoy más en el modus operandi de:
Amigo/Conocido: “Che, vayamos a tomar un café un día de estos.”
Yo: “Claro que sí, nos lo debemos, después arreglamos.”

¿Qué te quise decir si dije eso? Que no tengo ganas de salir ni hoy, ni mañana, ni pasado, tal vez jamás. No es algo personal eh, que no se mal entienda. Simplemente estoy pasando por un periodo de mi vida que no quiero ser un ser social, no al menos con la sociabilidad que requiere que vea a alguien cara a cara. Últimamente soy lo más parecido a un ermitaño, pero vamos… no me quejo, me encanta serlo, solo plasmo mi realidad en unas cuantas palabras.

Drabbles cotidianos 1: Huellas en la vida



Hoy fue un día muy de los RHCP. Wet Sand fue mi primer canción favorita de Stadium Arcadium allá cuando tenía 14 o 15 años, principalmente por el cambio de ritmo en la estrofa final, pero hoy fue el día que busqué la letra, después de casi siete años. ¿Es posible elegir quién deja huella en nuestra vida? ¿Acaso podemos elegir a quién dejamos marcar a fuego algo en nuestra memoria, en nuestro corazón? No estoy muy segura que sea así, todo sería muy fácil si así fuera, pero Anthony, cantante de RHCP, parece que está convencido que sí y no termino de entender si se arrepiente o no de esas chicas que no marcaron su vida, creo que no. Yo no me arrepiento de nadie que marcó mi vida… creo.