Estos últimos días vi varias imágenes, vídeos y leí frases
desgarradoras. Más de una vez se me hizo un nudo en la garganta, lagrimeé y
sentí el bofetazo cruel de la realidad. A veces me pregunto si realmente hay un
ley por la que se rige el universo para determinar nuestros destinos y asignarnos
dolor y felicidad en una medida que “merecemos”; a veces realmente siento que
quien sea que controle los hilos está muy equivocado, que le da demasiado dolor
a gente que no lo merece y que uno que sabe la angustia, la desesperación, el
sufrir, la perdida, la sensación de caer en un pozo profundo, que sabe de todas
aquellas sensaciones al momento de perder a un ser querido, no puede imaginar
que realmente haya gente que deba perder a hijos tan jóvenes y en
circunstancias tan crueles. No rezo bajo ningún credo, pero todos mis
pensamientos y fuerzas están dirigidos a las almas de los jóvenes que perdieron
la vida en una de las mayores tragedias marítimas de la actualidad.
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