20140523

De qué hablamos cuando hablamos de rol... (2)

Firma de Jeanne Roux, con la modelo
Katryn Kruger como pb.
Permítanme explayarme en una de las partes más interesantes del juego del rol, la creación de personajes…

Actualmente la modalidad más conocida para participar del juego del rol es crearse un personaje. Uno tiene una base de una ficha que debe completar con datos acerca de este personaje que como actores vamos a interpretar. Debes completar edad, procedencia, familiares, historia personal, psicología, físico, gustos, odios, etc. Además de eso, seguramente luego debas completar algunos registros para apartar el personaje público (actor, actriz, cantante, famoso de turno, etc.) que va a representar físicamente a tu personaje y te pidan que tengas cosas como una tarjeta de identificación y demás tramites que intentan emular el control estatal en la ambientación.
Antes nada de esto existía (con antes me refiero al rol y a los foros donde yo comencé a rolear), todo este nuevo mundo de rol mega burocrático es algo de los últimos años y que cuando yo estaba dejando de rolear empezaba a tomar fuerza. Es una forma de organizarse, de darle un marco más serio al juego, de poner límites y de apartarlo de la realidad, aunque termina resultando un poco lo contrario cuando te encuentras con más tramites que para registrar a un recién nacido. Pero bien, supongamos que ya superaste esta etapa que yo debí superar al momento de volver, la… “negación”. Negación de vieja, claro está. Me costaba mucho pensar que todo este marco burocrático sirviera realmente de algo y beneficiara al rol. Hoy lo comprendo mejor, pero eso no hace que realmente me parezca que este del todo bien. Como todo, tiene su límite, y creo que algunos foros se esfuerzan mucho en poner normas para todo al punto de que ya llega un instante en donde uno no sabe si mover un dedo con tu personaje está bien o si tenías que pagar un extra o comprar una medalla para poder hacer esa acción, allí es cuando nacen los vacíos legales y los momentos en que uno dice “Bien, al diablo con todo, yo voy a rolear libremente.” y salís a rolear como quien se hace el anarquista saliendo a la calle desnudo a protestar.
Como dije antes, superada esa etapa, vamos a centrarnos en la creación del personaje.
Cuando retorné a este mundillo, después de muchísimas dudas y de prácticamente uno o dos meses de darle vueltas a la idea, me puse a investigar foros de rol que me resultaran interesantes. Encontré uno que mezclaba el mundo de Harry Potter y de Los Juegos del Hambre, una ambientación muy bien lograda a mi gusto pero que luego en plena acción me di cuenta de que quizás estaba muy tirado hacia un lado y quizás solo era un “Los Juegos del Hambre feat. Harry Potter”, haciendo que la parte mágica de este último se perdiera bastante. En fin, llegué allí después de revisar cómo debía registrarme, entender que “Pb” se le dice a la representación física de nuestro personaje y además pelear mucho con formar un personaje que se adaptara a dicha ambientación. Ese primer pj (personaje) fue una chica, se llamaba “Jeanne Roux”, su pb era una modelo “Katryn Kruger”, su ficha me ocupó cinco hojas en Word y realmente estaba y estoy satisfecha de ese personaje, tenía habilidades y debilidades por igual, tenía una historia bastante interesante y bien armada y podía llevarla con facilidad, porque no era una mujer inocente y cuidada, era una que desde pequeña había aprendido a manipular cuchillos de caza y que debía ayudar a su familia a mantenerse. Además que se complementaba muy bien con el pj de una amiga que hacía de su mejor amiga. Jeanne Roux no duró mucho cuando descubrí que en realidad tenía muchas ganas de volver a las bases.
Había evitado la idea de volver a foros de ambientación pura de Harry Potter, no me sentía del todo lista para volver, pero investigando los afiliados del foro donde había vuelto a la acción, me encontré con varios que valían la pena cotillear (chusmear, ver… esto de las diferentes formas de decir algo según el país va a volverme loca jaja) un poco. Terminó ganando uno entre varios y registré a mi siguiente personaje: Jeanne Kent.
Antes de continuar con nuestra segunda Jeanne, quiero decir que desistí de rolear en el anterior foro porque aunque me trataron bastante bien en el chatbox (cb) del foro y parecía un foro bien organizado e interesante, la comunidad de usuarios era bastante cerrada y aunque uno pidiera rol en los lugares que hay para ello, costaba encontrar y costaba que te respondieran el rol ya abierto. Quizás yo debí haber insistido más, pero sinceramente, admitiendo parte de la culpa, no tenía ganas, quería un rol más rápido y más dinámico. Tenía una trama muy buena y me gustaba mucho, pero desistí finalmente de rolear allí. Ojalá algún día pueda llevar a la señorita Roux a otro foro. (Que extraño realmente escribir a un personaje femenino más fuerte)
Mi regreso a la ambientación total de Harry Potter en un foro de rol iba muy cargada de mala onda, mala onda por mi parte. Me decía a mí misma que no iba a durar ni una semana allí por lo que decidí crear un pj no demasiado elaborado puesto que según yo, estaba de paso por ahí. Utilicé “Jeanne” como nombre y busqué cuales eran los apellidos ingleses más pero más comunes (si, lo hice), salió “Kent” y como no era tan malo, quedó (si me preguntan, ahora lo cambiaria… pero los tramites en el foro para eso son demasiados, me da vaguesa). Decidí utilizar como pb a una actriz y cantante con la que siento mucha afinidad y que si conocía bien, y que en realidad también fue una de las primeras que se me ocurrió en aquella vorágine de “Vamos, un pj rápido, lo primero que venga a tu mente”, elegí a Lea Michele, actriz protagonista de Glee. Luego llegó el momento de completar la ficha, y empecé a escribir en Word un personaje muy básico, pero muy. Es lo que la gente común llamaría cliché y la gente del ambiente del rol una “Mary Sue”. Incluso después de haber terminado la historia descubrí que su historia parecía una vil copia de la historia de Harry, y desde allí que me recriminé a mí misma haber creado algo tan… cliché. Fue esa misma recriminación lo que me hizo mejorar a Jeanne como personaje sobre la marcha y ponerle tantas ganas. Y es que, me nace naturalmente esto de que cuando empiezo algo, lo tengo que hacer bien y dar lo mejor de mí misma, las cosas a medias o mal hechas me desagradan, por lo que no podía creer lo mucho que había infravalorado a un pj solo porque “Iba a estar de paso”. ¡Claramente no estuve de paso nada más! Aún hoy sigo en ese foro, después de casi seis meses y con el personaje de “Jeanne Kent”.
Jeanne Kent es pura sonrisa,
gracias al cielo Lea también.

Jeanne cliché Kent por suerte fue muy bien recibida en este nuevo foro, aunque tengo que ser algo egocéntrica en este punto, lo fue porque también no me quede quieta. Luego de creado el pj es que me nació la emoción de volver al mundillo de HP y empecé a investigar todo, preguntaba todas las dudas que tenía a la moderación por más estúpidas que fueran, mandaba MPs para rolear, aceptaba todo rol que me ofrecieran y terminé aceptando que mi amiga se uniera también a este foro y roleé unos dramas con ella que hicieron que ganará el premio al “Mejor Personaje del Mes” justo al mes siguiente de entrar. Si también he de decir que se lleva mucho mérito el foro en sí, ya que al momento de entrar había muchos usuarios con muchos personajes y todos con muy buena predisposición y ganas de divertirse. En esos días de gloría, llegué a rolear hasta en seis temas a la vez y descubrí que no puedo llevar tanto a la vez, o sea, si, puedo, pero no tengo vida si quiero llevar ese ritmo jaja. Vale aclarar que el foro donde entré es de sistema de tópicos abiertos por la administración. Eso es algo que me gustó porque así era en ese foro de hace varios años donde empecé. Ahora, en general en los foros hispanos, pude notar que se opta mayormente por la modalidad de que cada uno abre un tópico en el foro para lo que quiere rolear. Como todo, ambos sistemas tienen su lado bueno y su lado malo, pero volvamos a los personajes, que detenerme en eso otro ya es para algo técnico que para expresarme como de costumbre.
Me llevó un tiempo recomponer el personaje de esa bazofia que había creado al principio y me llevó igual de tiempo sentirme cómoda roleando. Vale aclarar que en los años que no roleé mi vida siguió. Trabajo, estudio, más trabajo, el triple de trabajo y en los tiempos libres, un poco de escribir. Las razones de por qué regresé al rol, creo que valen para otra entrada, pero solo quiero aclarar que mientras no roleaba me dediqué a leer y escribir. Escribí en esos años relatos realistas, basados en propias experiencias o algunos fantasiosos pero siempre basados en una experiencia personal, entonces cuando volví a rolear era extraño para mí escribir completamente algo alejado de la realidad e incluso tener que escribir cosas que no viví, tener que retomar eso de tener que ponerme en la piel de otro cuando estaba muy acostumbrada a escribir sobre algo que conocía al menos mínimamente. Pasaron quizás tres meses hasta que me sentí totalmente cómoda al llevar a Jeanne, al principio no sentía una conexión con el personaje o una fluidez, era una sensación extraña, pero supongo que los que rolean, lo han hecho o simplemente aquellos que escriben, sabrán comprenderme. Hoy en día rolear a Jeanne Kent es divertido y es fácil, siempre digo que es un personaje con el que no me halló del todo identificada, aunque, obviamente tiene cosas de mi propia personalidad. Y aquí entramos en un debate súper interesante que siempre disfruto con mis amigas del rol, ¿Qué tanto tienen nuestros personajes del rol de nosotros mismos? Para mi mucho, y no está mal y no es incoherente que así sea. Uno puede lograr personajes totalmente opuestos a uno, incluso muchos hoy en día rolean personajes del sexo opuesto al propio, pero están esos personajes que tienen más de uno de lo que creemos. ¿Por qué me parece que eso es así? Porque estos personajes que más tienen que ver con uno, son quizás esos personajes que uno más rolea, que lo hace a diario o al menos una vez a la semana, y el rol no es como escribir un relato que uno decide todo lo que sucede, en el rol, todo depende de más de una persona, entonces a veces, uno, hace que el personaje reaccioné como uno lo haría sin darse cuenta a situaciones que no lográbamos o no nos damos el tiempo necesario para suponer como lo haría realmente el personaje. Si uno rolea asiduamente, a veces ciertas cosas se nos escapaban del marco del personaje en la vorágine y uno involucra su lado personal y no su lado actor. Es un poco lo que hablábamos antes de este fino límite entre la realidad y el rol… bendita línea que más de una vez la borramos con el codo y la redibujamos antes de perder el límite y terminamos definiendo mal las cosas… ¿A cuántos les ha pasado? Yo creo que a muchos en el mundo del rol les sucede.
Volviendo a Jeanne Kent, me resulta muy divertido ampliar su historia, después de todo es un personaje al que luego de re-definirlo un poco, aunque mantuve una buena parte de esa base cliché, logré sentir que tenía muchísimo que escribir de ella. Comprendí que realmente me gustaba el personaje, y ya tenía facilidad para llevarlo, cuando me encontré escribiendo el primer relato fuera de rol, simplemente en un Word escribiendo como me parecía a mí que hubiera sido una experiencia pasada de ella. Allí fue que empecé a pensar en mil cosas que podían hacer de Jeanne un mejor personaje, y terminé descubriendo la semana pasada que había logrado un personaje súper completo y, pecando de poca modestia, bastante bien logrado. Fue sorprendente darme cuenta de ello cuando me había castigado tanto a mí misma al sentar una base tan mala, pero hoy ya estoy tranquila de que llevó un personaje con el que me entiendo mucho más y que siento que, aunque a todos les parezca una chica muy normal y a nivel trama, poco interesante, a mí me gusta mucho llevar.

Después de todo y comprendiendo mejor a mi propio personaje principal en el rol, es que entendí que el rol es más que un simple juego, al menos para mí, es una experiencia literaria, creativa y de escritura muy amplia y, que en la piel de los personajes que nosotros mismos creamos, podemos entender y aprender muchas cosas de la vida misma. Sin embargo, como todo, el juego es sano y estimula las cosas buenas de uno hasta cierto límite, y también, como todo en la vida, mucha gente no conoce sus propios límites y termina generando conflictos, jodiendo a los demás y causando problemas en un lugar donde se supone que uno entra a despejarse y divertirse. No voy a admitir falsamente que jamás en estos seis meses se me cruzó por la cabeza o me sucedió de estar cerca de quedar involucrada en un conflicto entre usuarios, pero realmente, intento enfriar la cabeza y evitarlos, recordar que si entré al rol no era para eso e intentar pasar de este tipo de gente que se ve que no conoce los conflictos reales de la vida que va a generarlos en un ambiente creado para la distención. Es algo inevitable realmente, y así es como uno puede ver que, retomando, como el rol tiene sus cosas buenas, también las tiene malas, como todo, y que el 80% de las veces, depende completamente de errores humanos el pasarla mal en el rol. Pero bueno, ¿Somos justamente eso, no? Humanos, los humanos erran, no somos maquinas perfectas, por lo que, ojalá que todos pudiéramos relajarnos un poco más, simplemente rolear y divertirnos. Suena utópico, pero confío que algún día se pueda lograr, ya saben lo que dicen, la esperanza es lo último que se pierde.

20140516

Life Story: Jeanne (5) - Grenade I

Grenade: de cómo alguien pone una granada en tu mano y tu puedes elegir si explota o no.

Cuando uno deja los adorables años de la niñez para pasar a la adolescencia siempre imaginé que alguien me daría un manual. Ya saben, uno que me explicara que mi cuerpo iba a cambiar, que me iba a “hacer mujer”, que las miradas con los chicos pasarían de tímidas y divertidas a desvergonzadas, que iba a tener que abandonar el jugar con mis muñecas o que los vestidos con volados ya no estaban de moda, o quizás que ahora, en esta cruel etapa llamada “adolescencia” iba a existir esto de la atracción hacia otra persona.
Nunca fui ni logré ser el tipo de chica que se le podía insinuar a ningún chico. Siempre fui natural, simple, espontanea, tímida, por sobre todo, tímida, y muy confiada, el tipo de persona que no tiene problemas para relacionarse con los demás, que puedo resultar agradable o adaptarme a quien me pongas en frente y que podía considerar amigo o amiga a alguien rápidamente. Bien, ciertos errores en la vida se aprenden de las peores formas, entre ellos ese detallito sobre la confianza. Así como no lograba ser ese tipo de chica más atrevida, no creí estar a la altura de mis compañeras de curso cuando veía como ellas pronto conseguían un novio o tonteaban con varios de los varones con los que compartíamos clases, incluso aunque fueran de otra casa. Me imaginaba a mí misma intentarlo y en mi mente se formaba la imagen de alguien muy ridícula pasando vergüenza y siendo totalmente inapropiada. “Jeanne, siempre debes ser una dama, comportarte y ser agradable” habían sido las palabras de mi madre adoptiva durante muchas lecciones de protocolo en mi niñez y eran las palabras que razonaban en mi mente cada vez que creía que había una oportunidad para hacerle saber a un chico que algo en él me gustaba.
Sin embargo, un día, fue distinto. El sol de la primavera abrazaba la tierra ese día, iluminaba cada flor, hoja y ser mágico o no en los terrenos de Hogwarts. Como de costumbre, había huido un rato de mi grupo de amigos para recostarme en el césped a leer uno de los perfectos libros de mi autor favorito muggle y lo estaba disfrutando como nunca hasta que una espontánea mano me lo arrebató. En otra situación me hubiera causado gracia, pero esta vez no, estaba realmente en una de las mejores partes. Giré mi mirada hacia el lugar de donde la mano había salido y esperaba encontrarme con uno de mis amigos o amigas haciéndome una broma, pero al contrario, fui a dar con un rostro desconocido enfundado en una de las túnicas reglamentarias con el logo de la casa de la sabiduría, Ravenclaw.
– Una gryffindor leyendo, ¿Es esto acaso una mala jugada de mi visión? – me lanzó el chico inspeccionando mi libro y conmigo observándolo detenidamente sin saber cómo reaccionar.
- No, ves perfecto, ¿Desde cuándo los leones se nos conoce como alérgicos a la lectura? – le repliqué tomando valor y quitando el libro de sus manos de un tirón luego de sentarme a medias en mi lugar. Lo miraba con recelo, porque no me gustaba que me hablaran de aquel modo tan altanero.
Iba en mi cuarto curso cuando aquello paso, y la forma en que me miró luego de mi respuesta, me arrancó aquella eterna duda de saber que se sentía el amor a primera vista. Quede cautivada con esa sonrisa ladeada, mezcla de arrogancia, mezcla de disculpa. Siempre fue un buen actor y yo siempre creí en los cuentos de las hadas. Le devolví la sonrisa olvidando porque estaba molesta.
- No quise decir eso, ¿Me disculpas…? ¿Cómo te llamas? – me preguntó con una voz igual de encantadora que su sonrisa.
- Jeanne, voy a cuarto, soy de Gryffindor y este es mi libro favorito aunque aún no lo haya terminado. – le devolví un identikit mío prácticamente, con gracia y sonriéndole, mientras alzaba el libro para mostrarle la tapa. El chico se detuvo un segundo a girar levemente la cabeza para observar cuidadosamente el libro que le enseñaba.
-  Conozco ese autor muggle, me gusta bastante también pero aún no he leído ese libro. Soy Uther, me da gusto conocer a tan bella leona. – respondió galante y enseñando de nuevo esa sonrisa incompleta pero que a mis ojos se veía perfecta.
No comprendía del todo de que se trataba esto que surgía en mi interior, no sé si así exactamente se sentían las protagonistas de mis libros cuando se enamoraban a primera vista, no sabía si era correcto, pero simplemente lo estaba sintiendo y él se mostraba interesado en mí, por lo que borré de mi mente las palabras de mi madre y me dispuse a intentar conquistar al ravenclaw.
- Yo podría… leerlo para ti… - le respondí aún tímida, por más decisión que tuviera en mi interior, era muy difícil pronunciar aquellas palabras. El chico abrió los ojos sorprendido y se río un poco sin emitir sonido, con una risa bien fría y controlada. Cuando lo oí, lo primero que pensé es que mi idea había sido una completa estupidez, pero el chico tomó asiento junto a mí y me extendió el libro con gran elegancia en cada uno de sus movimientos. La mejor forma de definir mi estado es que me tenía “encantada”, como si me hubiera dado alguna poción o algo parecido.
- Lee para mi Jeanne. – sus palabras salieron en un tono totalmente atractivo, y sin perder aquella elegancia, se recostó en el césped, cerrando los ojos y entregándose a mi lectura.
Esa tarde le leí en voz alta los primeros siete capítulos de aquel libro y cuando llegó la hora de volver al castillo, se levantó del césped con los ojos puestos en los míos, asegurándome que esperaba encontrarme al día siguiente a la misma hora y en el mismo lugar para que continuáramos leyendo juntos ese libro. Así fue, y fue así durante las siguientes semanas, donde siempre venía a la misma hora, charlábamos un poco antes de comenzar a leer y luego, el mismo ritual; ambos recostados, yo leyendo para él, yo enamorándome cada vez más de él. En aquellos días que fueron pasando supe más sobre él. Pertenecía a una buena familia, su padre lo apoyaba en todo, le consentía en todo ya que su madre lo había dejado al nacer, iba a mí mismo curso, jugaba al quidditch, se lo notaba bastante orgulloso de él mismo, siempre confiado y seguro de todo, me contaba sus anécdotas de viajes, me explicaba cosas sobre clases que yo odiaba, siempre me daba detalles superficiales sobre él, siempre se mostraba tan cercano y tan lejano a la vez, que me daba miedo llegar un día a nuestro punto de encuentro bajo aquel árbol y no encontrarlo, me daba pánico a decir verdad. Poco a poco, yo también me abrí con él, solo que siempre sentí que como mi característica confianza en los demás, yo era tan natural y sincera a su comparación. Aún así, jamás me molesto estando a su lado, lo veía como una forma de complementarnos, como lo hacen las parejas perfectas de mis libros.
Un día mi mayor miedo se hizo realidad. Llegué a nuestro lugar de encuentro, me recosté a mirar el cielo británico perfectamente celeste y limpio, y allí espere. Espere por dos horas. Él no llegó. Me dije a mi misma que seguramente habría de estar ocupado con exámenes o quizás enfermo. Por lo que seguí yendo durante los próximos días. El quinto día espere solo quince minutos y al notar que no venía, me levanté con la decisión de ya no volver al siguiente día. No lo pude evitar, sentía una gran presión en el pecho y no solo mi mente, mi corazón me gritaba que lo extrañaba y que no quería perder aquello que teníamos, fuera lo que fuera. Me alejé de los terrenos conteniendo las lágrimas, ingresando al castillo por la entrada principal y yendo directo hacia las escaleras que me conducirían a la sala común para encerrarme allí a perderme entre las sábanas de mi cama. Sin embargo, cuando empecé a subir las escaleras, estando por el tercer piso, algo gritó dentro de mí obligándome a hacer algo por no perder a Uther. Inocente, desesperada, confundida, sin saber si lo que sentía era amor o era alguna idea tonta y obsesiva, corrí hacia los pasillos del cuarto piso, consciente de que aquel era el piso de los ravenclaw. No conocía la entrada a su sala común, pero allí estaba lleno de sus compañeros de casa, a alguien le podría preguntar, alguien lo conocería. Acudí a un chico que había visto alguna vez en una clase conmigo, lo recordaba vagamente, y en cuanto mencioné el nombre de quien buscaba, me mencionó que lo había visto en la Biblioteca. En cuanto me lo dijo, salí despedida hacia allí, y sé que el chico me quiso advertir algo en un grito, pero yo estaba demasiado sorda, ciega y atontada para detenerme a oír a nadie.
Cuando llegué a la puerta de la biblioteca, una chica salía acomodándose el uniforme, no le dediqué más que una mirada y me adentré a los pasillos de la sala buscando al chico, hasta que lo hallé. Salía de uno de los pasillos de literatura muggle, con dos libros en sus manos y se detuvo en seco al verme allí frente a él. Creí por un instante que incluso iba a dejar caer los libros, pero dio una sacudida con su cabeza y enfocó nuevamente sus ojos en los míos.
- ¿Jeanne? Tienes que disculparme, he tenido que quedarme a hacer deberes extras estos días y no he podido avisarte… - comenzó a excusarse Uther. Yo no reparé en lo estúpido que aquello sonaba, solo volví a ahogar las lágrimas al poder contemplarlo nuevamente, en lo perfecto que se lucia el uniforme en él, en la elegancia de su andar y en lo bello de esa misma sonrisa que me ponía ahora y que había utilizado la primera vez que nos habíamos visto, esa mezcla entre disculpa y arrogancia. No lo deje terminar la frase que me lancé a su cuello abrazándolo y dejando caer mi rostro en su pecho. Noté su duda porque al primer instante no me respondió, pero luego me tomó por la cintura elevándome apenas, como si él supiera exactamente a que estaba dispuesta yo, con mi rostro quedando a la misma altura que el suyo, con nuestros labios a una ínfima distancia y por primera vez en mi vida sentí la necesidad de besar a alguien, de hacerlo mío en un beso, de poder saciar el deseo y de dejar que él también lo haga. Abrazó con más fuerza mi cadera, presionándome contra él justo antes de arrastrarme al interior del pasillo de literatura, llevándome hasta el final y girando para apoyarme sobre una repisa vacia. Allí abandonó los libros que cargaba aún en una de sus manos y ocupó una de ellas en sostenerme de la cintura contra él y otra en acariciar mi cabello, para luego subir a mis enrojecidas mejillas hasta volver a bajar a mi cuello. Me acariciaba como si yo fuera lo más preciado para él, como si fuera algo muy delicado que se pudiera romper en cualquier instante y yo lo dejaba, porque me sentía en las nubes en aquel momento, sentía que estaba exactamente donde quería y con quien quería estar. Me sonrió una vez más antes de con su mano girar levemente mi rostro y como todo era una mezcla de primeras veces para mí, observé en él una mirada que no había visto antes, una mirada con la que parecía desnudarme por completo con solo posar sus ojos en los míos, descendiendo luego por todo mi cuerpo. Sentí algo dominarme y con ambas manos presioné en su cuello para vencer toda distancia entre nuestros rostros y hundirme en un hermoso, deseado, esperado y perfecto primer beso, con sus labios saboreando los míos con dulzura mientras con su mano me tomaba de detrás de la cabeza obligándome a no separarme de él por los próximos minutos. Ese beso duro todo lo que mi respiración pudo soportar, lamentando que aquel instante no pudiera ser infinito. Cuando nos separamos, él mordió levemente mi labio inferior y yo deje escapar una profunda respiración mientras me relamía justo donde él me había mordido, sin dejar de verlo a los ojos y acariciar su mejilla con una de mis manos.
- Eres perfecta Jeanne. – me murmuró seductoramente apoyando su frente sobre la mía y cerrando los ojos, mientras la mano que antes había estado sobre mi cabeza, bajaba por mi espalda hasta acompañar a la otra en mi cintura. Lo acompañé cerrando los ojos un instante, perdiéndome en el sonido de su respiración y sin poder evitar sonreír, una sonrisa de completa satisfacción y felicidad. Le robé un beso fugaz y suave, en el que nuestros labios apenas se cruzaron, para luego hablarle tan pegada a sus labios como podía.
- No te vayas otra vez… estoy enamorada de ti. – confesé sin una gota de timidez, aquello se había ido en el mismo instante que decidí entrar en la biblioteca, pero con la respiración aún entrecortada por lo que el primer beso había conllevado. Él no abrió los ojos, no me miró, quizás allí debí darme cuenta, porque tampoco me respondió en palabras, solo arrastró sus manos hacia mi espalda baja donde buscó llegar a mi piel por debajo de mi camisa mientras depositaba sus labios nuevamente sobre los míos y me besaba esta vez invadiéndome con su lengua entrecruzándola con la mía, previendo lo inexperimentada que yo era y guiándome él en un beso más profundo que el anterior, con sus manos rozando mi piel con la misma delicadeza de cada uno de sus movimientos. Me liberó de su boca una vez más dejándome sin respiración y con la única idea de que adoraba sentir como él me deseaba tanto como yo lo deseaba.
- Desde hoy, serás mi novia, solo mía. – afirmó con seguridad, sin consultarme, tomándome por sorpresa en todo lo que aquella proposición significaba, todo estaba yendo tan rápido pero todo a la vez era tan perfecto, igual que él. Con una nueva sonrisa borró toda mi inseguridad y asentí con la cabeza asegurándole así que yo quería ser su novia y que él era mi primer novio.
Luego de ese día caminé en las nubes por varias semanas, en las cuales nuestros encuentros eran perfectos, leíamos juntos, hablábamos, nos reíamos y también con aquellos momentos en que ambos nos entendíamos muy bien entre besos y caricias. Fueron días perfectos pero muy difíciles de borrar luego.
Esos encuentros siguieron siendo a diario, siempre en los jardines o en la biblioteca, excepto los fines de semana, donde él siempre salía a ver a su familia o con sus amigos a Hogsmeade y yo buscaba alguna nueva aventura o algo nuevo que descubrir en Hogwarts. Siempre a la misma hora, siempre conmigo esperándolo ansiosa, cada día con una renovada sonrisa.
Sentía que él era una especie de príncipe salido de las historias antiguas, un caballero, impoluto, honesto y malditamente perfecto. No veía en él lo malo, tampoco podía, lo desconocía y así lo quería dejar, porque nunca indagué, nunca busqué saber más nada fuera de lo que Uther me contará, jamás consulté con mis amigas sobre él, y aunque todos sabían de nuestra relación, nadie parecía querer mencionar el asunto frente a mí. ¿Pero acaso eso debía importarme? Él era mío, solo mío, era mi novio, y yo solo tenía ojos para él.
Así de cegada me encontraba, hasta que un día… un día la realidad me golpeó de la peor manera, descargó toda su ira sobre mí y me hundió en aquel pozo en el que no lograba comprender por qué me había sucedido todo eso a mí. Siempre me había entregado a él con confianza, con sinceridad, con nada más que la verdad de mis sentimientos. Solo allí fue cuando comprendí lo ciega que había estado.

Música para escribir Volumen I


De qué hablamos cuando hablamos de rol… (1)

Primera firma que llevé

 en el foro de rol, y, 
hecha por Lucifer.
Déjenme contarles de que trata el mundo del rol y cómo yo lo conocí...

Hace nueve años conocí la saga de libros Harry Potter, la devoré, me enamoré y me sentí feliz de encontrar un mundo, ficticio pero un mundo al fin, en el cual perderme y escaparme del propio.
En esos días necesitaba un lugar al que escapar, al que irme por un tiempo y no volver, un lugar mío, propio, donde sentirme libre y en paz conmigo misma.
Internet aún era un monstruo pequeño a comparación de lo que es hoy en día. Era un lugar algo exclusivo y reservado para ciertos “freaks” aunque ya comenzaba a hacerse masivo poco a poco.
Siempre fui una chica pegada a la computadora, desde el primer momento en que me pusieron en frente una, me pegué como larva a la pantalla y no la solté, por lo que en esos días que leía Harry Potter, también de vez en tanto iba a visitar a mis papás a su trabajo, y allí, a media cuadra, había una especie de Cibercafé donde me encantaba pasarme hasta cuatro o cinco horas, o hasta que mi mamá aparecía reclamando mi presencia. Fue allí que luego de leer toda la saga, quise saber cómo continuaba, si lo hacía, si había algo más que leer y yo me estuviera perdiendo (en ese momento en mi país apenas se había publicado el quinto libro), me encontré con los rumores y debates sobre el sexto libro y con ellos, una página web. La web era exclusiva de Harry Potter, tenía su sección de noticias, su sección de traducciones rápidas e ilegales de los libros (pero muy útiles para fanáticos desesperados) y un foro. Bendito foro. Se trataba de nada más y nada menos que un foro de rol, donde la gente “jugaba” a ser alumnos de Hogwarts, a ser aurores o ser mortifagos, a incluso ser Voldemort o ser Dumbledore… era simplemente increíble. Me registré en cuanto entendí del todo de que iba, y aún recuerdo claramente como volví corriendo al trabajo de mis papás gritando por esa escasa cuadra de distancia “Mamá, ¡encontré un lugar donde puedo ser estudiante de Hogwarts!”, obviamente mi mamá no entendió nada en ese instante.
El juego era muy inocente al principio. Simplemente te creabas tu cuenta y tenías que escribir acciones y diálogos siguiendo la historia que otros usuarios planteaban en una publicación. Te podías poner una imagen de avatar y una firma que te identificaban. En ese momento no existía eso de “Crearse un personaje”, fue una idea que se afianzó y se comprendió más adelante, y que aunque quisimos pintar la realidad, el daño ya estaba hecho y muchos habíamos utilizado de personajes a nosotros mismos, incluso ignorando lo que aquello comprendía, que era involucrarse personalmente en el juego y que el juego perdía la fantasía de la falsedad, era pura realidad disfrazada de magia. Sin embargo, los primeros meses, prácticamente el primer año fue perfecto y hermoso, y si con los libros me alejaba de mi realidad, con el foro vivía en un mundo totalmente distinto al mío, lo cual, en ese momento, fue lo mejor que pudo haber pasado.
Comencé en el rol con trece años, al poco tiempo de meterme en él, mi papá obedeció a mis deseos de tener internet en casa y la nena tuvo el vicio de forma constante en su computadora, por lo que, además de la escuela y mis mil problemas en casa, el resto de mi tiempo se iba en manga, anime, libros y sobretodo, rol.
El primer año conocí a varias personas que aún recuerdo, pero fue una quien realmente marcó mi vida. Vamos a llamarlo por su apodo en el foro, Lucifer. Su “user” (como diríamos ahora, o sea, el usuario/persona detrás del personaje) me llevaba varios años, cinco para ser exactos al momento de conocernos. Nos conocimos poco antes del día de San Valentín, cuando el apareció roleando en el negocio de túnicas y vestidos de gala, y donde me invitó a ir con él al baile. Van a notar que hablo de misma para referirme a mi personaje en ese foro y como actualmente, separo personaje de usuario, pero en ese momento, insisto, en que no había separación. Desde allí nos volvimos cercanos, hablábamos por MSN, roleabamos en el foro, él me tiraba onda y yo a él, y todo se fue tornando más serio, con más confianza y apostando mucho más en esa relación que nacía y que se había vuelto esencial para mi. Obviamente también hablaba con muchas otras personas, pero ciertamente Lucifer fue el más importante, aprendí mucho de él, de nuestra relación en el foro y en la “vida real” y es realmente el que más me marcó. En fin, no pasó mucho tiempo que me di cuenta que Lucifer era mi primer amor de verdad, esos amores jodidos, pesados, que uno llora, sufre y se alegra con solo una palabra, ese primer amor que según La Oreja de Van Gogh, “El amor verdadero es tan sólo el primero”. Hoy lo recuerdo y siento que fue hace siglos, que es increíble haber superado aquella etapa, pero en ese momento… en ese momento sufrí muchísimo y la pase muy mal. En resumidas cuentas, lo mío con Lucifer no prosperó en la vida real, y todo eso, todo el despecho, sufrimiento, celos, escenas, peleas, todo, se vio reflejado en el rol. Le hacía la vida imposible, y de paso de vez en tanto, él a mí. Tengo que rescatar que ahora que lo pienso, él actuó de una forma bastante madura el ochenta por ciento de las veces, y yo… bueno, yo era una nena. En todo ese proceso, la nena, se hizo moderadora, luego administradora y luego administradora root, lo que significa que tenía el cargo más pesado e importante en todo el foro.
No sé en qué momento exacto fue, y si fue por las interminables peleas e idas y venidas con Lucifer o si fue el momento en que me entregaron mucha responsabilidad y me lo tomé demasiado a pecho, no lo sé, pero deje de rolear. Entraba al foro solo como administradora y había dejado de rolear, había dejado de disfrutar del juego y para ello bastaron dos o tres años, miento si hablara con exactitud, pero para mis 16 años, ya había decidido alejarme del foro, del rol y de Lucifer.
Ciertamente, muchos opinan que el rol no hace más que encerrar a la persona en su habitación, con su computadora, aislarla y alienarla a un mundo totalmente inexistente. Yo no niego que la opinión es valedera, pero alguien se preguntó más bien, ¿Por qué esa persona decidió aislarse en un mundo ficticio? Quizás muchos simplemente necesitaban un juego nuevo, pero la gran mayoría tiene razones para llevarse mejor con personas que conoce a través de internet que con las personas de verdad, basta solo preguntarles. En mi caso, sinceramente, tanto en ese momento, como ahora, le estoy muy agradecida al rol. Voy a hablar puntualmente de mi retrospectiva respecto a esos años que relaté antes. Aprendí muchísimo con las personas que conocí a través del rol, a su vez, el foro reveló en mi algo que hoy en día es esencial en mi vida, mi lado sumamente organizado y mi capacidad nata de liderazgo (soy lo que llaman un “líder natural”, no es de egocéntrica que lo digo, así se define en psicología a las de mi tipo) y encima de todo, el rol y las personas que allí conocí, me ayudaron a superar y sobrellevar la peor etapa de mi vida, los peores momentos, sin ellos, no hubiera sabido cómo seguir o cómo afrontar muchas cosas, fueron mis amigos a través de internet con los que me encontré que podía charlar más en confianza que con mis “amigas” de la escuela.

El rol es un juego que roza el fino límite entre “juego” y “realidad”, hoy en día está más definido, más “delimitado” y es un juego muchísimo más literario, pero aun así la mayoría no logra evitar o ser ajeno a los problemas que trae pasar los limites. ¿Por qué? Porque seguimos siendo humanos los que controlamos a esos “personajes”, y al igual que cuando leemos un libro, nos enamoramos de sus personajes y nos volvemos adictos a sus historias, nos pasa lo mismo con el rol. Claro, con un libro uno tiene la cruel realidad de que definitivamente es un libro y es pura ficción, hasta que llegan las películas… pero bueno, sigue siendo distinto, uno (o la mayoría) saben que son solo actores los que interpretan los personajes. Pero en el rol, en el rol los “actores” están al alcance de un chat, son personas reales interpretando personajes de los cuales podemos llegar a enamorarnos de ellos y sus historias, entonces ahí es cuando buscamos más y más, y resulta que el autor y actor de ese personaje, está a tu alcance y, no siempre, pero la mayoría de las veces, todo termina por mezclarse. Vamos a explicar esto más a detalle en una próxima entrada mejor, creo que fue mucha información para una sola entrada sobre el tema. Bienvenido al mundo del rol a través de mis palabras.

Life Story: Jeanne (4)

Encontrarse con su pasado, esa es su misión en la vida.
Juventud de Jeanne, luego de Hogwarts. 

La adolescencia y mi paso por Hogwarts habían dejado grandes rastros en mí, había recibido tantas enseñanzas y había superado tanto desafíos de mi propia persona que me parecía increíble como habían pasado los años en el castillo. Por ejemplo, mirarme ahora al espejo no resultaba una especie de tortura, podía verme allí y encontrarme satisfecha con mi reflejo y con la persona en la que me había convertido. Sin embargo, allí seguía faltando algo. Me miraba al espejo y notaba aquel inmenso vacío que nada había podido llenar. Era el vacío de la duda y de un asunto eternamente pendiente, que aunque mucho me hubieran querido convencer de olvidarlo y dejarlo atrás, ya no podía callar a aquella voz interior que reclamaba porque fuera en búsqueda de lo que me correspondía.
Una mañana me había encontrado viéndome al espejo, como cada día, pero de repente, en cuanto me vi y por fin caí en cuenta de que necesitaba ir a buscar mi pasado, rompí en llanto, y también rompí el espejo. Le había dado un golpe con una fuerza desconocida para mí y había no solo logrado lastimarme, sino también preocuparlo a él y recibir un gran, gran sermón. Siempre terminaba así, siendo dulcemente regañada por él. Pero no era justo, no esta vez, ese había sido el límite, necesitaba llenar ese vacío y hallar respuestas. No sé qué tipo de respuestas, quizás me bastaría con una foto, un par de nombres, algo, algo que darle a mi cerebro para atesorar y sentirme en paz conmigo misma y reconciliarme con aquella niña que se había perdido en el mismo instante que abandonaron en un parque.
Confiaba en él, pero sabía que no quería someterlo a más dramas de mi parte, y seguro también me regañaría por esto, pero había ido en búsqueda de otra persona a la que le confiaría mi propia vida.
Arrastraba a Évoleth a través de las calles del Valle de Godric, ella iba con la túnica típica de viaje y yo iba ataviada en una túnica negra de terciopelo con la capucha cubriéndome el rostro. La noche había caído sobre el lugar y con ella el frío, por lo que no había mucha gente rondando por allí. Llevaba en la mano la dirección que me había ingeniado para conseguir con algunos magos del ministerio, era increíble lo que algunas miradas y contoneos podían conseguir con la burocracia mágica y los viejos conocidos de mi pasantía por la planta de criaturas mágicas.
Llegamos frente a una vieja puerta de madera, y aunque había pensado en la posibilidad de que la casa estuviera protegida por magia, al solo llegar allí nos pudimos percatar que no había nada de ello. Incluso el lugar parecía abandonado, ¿Ya hace cuantos años que mi tía de sangre se había marchado? Quizás unos tres o cuatro años, pero la casa lucia como si la hubieran dejado hace siglos a su suerte. Pateé unos cuantos periódicos y sobres viejos que estaban arrumbados en la entrada y con cuidado saque mi varita ocultando la mayor parte del objeto con la manga de mi varita “Alohomora”, pronuncié por lo bajo y la puerta fácilmente cedió. Ambas ingresamos a la casa, de la cual desconfiaba que conociera la electricidad o que ya no hubieran cortado el servicio, por lo que pensé rápido “Lumos”, la luz salió despedida de mi varita sobre todo la polvorienta sala. Asco, me daba asco la suciedad y cantidad de bichos que había aquí, pero no podía pensar en ello, había venido en búsqueda de mi pasado, y debía irme con algo, con lo que sea.
- A buscar, querida. – sentencié y junto a Évoleth pronto encontramos unas cuentas velas que sirvieron para darle descanso a nuestras varitas mientras revolvíamos la casa. Parecía como si mi tía hubiera decidido hacer lo mismo que sentenciaba en palabras, borrar todo rastro de mis padres de su vida. Había ya prácticamente inspeccionado cada rincón de la sala principal y por cansancio había terminado por, literalmente, dar vuelta una biblioteca para que todo el contenido cayera al suelo y fuera más fácil buscar a simple vista. Habían pasado quizás unas tres horas y empezaba a sentir el agotamiento mental, por lo que me deje caer sobre un sofá con la cabeza entre las manos. En ese momento Évoleth bajaba luego de revisar el primer piso sin éxito.
- ¿Nada, no? Esto es una misión imposible, esa mujer borró de su vida a su hermana y a toda su familia, maldita egoísta. – pronuncié las palabras con clara molestia y cansancio, aunque en ese momento alcé la vista me encontré con mi amiga entregándome una foto.
- Esto estaba en un recuadro sobre una mesita, es una foto mágica que muestra a dos adultos y dos niñas, creo que la del cabello largo era tu madre, se parecen, y los adultos deben ser tus abuelos… ¿Es algo, no? – escuché sus palabras como si fueran lejanas y cercanas a la vez, ¡claro que era algo! Tomé la foto con una sonrisa y desesperación a la vez, inspeccionando cada detalle en ella. A comparación de las modernas fotos, esta parecía vieja y colores sepia, en ella, se veía a una señora de cabello corto y claro junto a un hombre un poco ya encorvado pero de sonrisa muy amable jugando con dos niñas, una de cabello corto y otra de cabello largo y apenas ondeado, igual al mío, luciendo una gran sonrisa y unos bonitos ojos grandes. Me sorprendí de mi misma al encontrarme recorriendo mi rostro con una mano mientras observaba la foto, como queriendo así comprobar ese parecido físico que encontraba en aquella niña conmigo. ¿Era mi madre, no? Y esos mis abuelos… lucían felices y como buenas personas. Giré la foto en busca de algo más, pero solo estaba el nombre de un viejo pueblo inglés bien conocido por ser un bonito lugar de paseo e ideal para unas vacaciones familiares. Era algo, pero no era suficiente.
- Tiene que haber algo más, lo que sea, pero ella tiene que haber escondido algo más. – deje la foto junto a mi túnica en el sucio sofá y me impulsé a dar círculos por la cocina, la sala, el recibidor, en algún lugar debía haber algo. – Piensa Éve, ¿Dónde esconderías algo que quieres olvidar? – recorría con la luz de una vela cada mueble y rincón, y de repente, en un nuevo giro, me hallé reflejada en el vidrio de una pequeña vitrina con diminutos frasquitos que parecían contener en su mayoría ingredientes de pociones. Seguía viendo aquel vacío, seguía viendo a esa chica incompleta, seguía viéndome a mí misma sin terminar de comprender del todo quien era, con una necesidad innata de saber quiénes me habían traído al mundo, porque habían muerto, porque me habían dejado, si me querían, si habrán lamentado dejarme sola… Y fue allí que enfoque la vista. Varios frasquitos estaban rotulados con un nombre, tapado por el polvo, pero no era el nombre de ingredientes de pociones, y el contenido resultaba similar en varios de ellos, una sustancia parecida a un gas, que fluía con un color brillante por el recipiente… Recuerdos, esos son recuerdos. La vitrina llevaba un candado, que solo me hizo rodar los ojos un instante para al siguiente apuntar con la varita y volver a usar el hechizo que abría cerraduras con la misma facilidad que un pájaro volaba. Soplé despacio y tosiendo un poco por el polvo que salió disparado para todos lados.
- Éve, ven aquí, encontré algo. – dije en voz alta mientras tomaba uno de los frasquitos e intentaba limpiar con cuidado la vieja rotulación. Fijé la vista y parpadeé varias veces hasta que a luz de la letra logré comprender la añejada cursiva sobre la etiqueta “Mary Jane Howells – 1998”. No sé si lo presentí, si quizás simplemente fue mi cerebro reaccionando a la similitud del nombre, si algo en mí se despertó de repente y me invadió a gritos diciendo “Sabes a quien se refiere…” y fue como si tantos años de forzarme a mí misma a recordar algo, lo que sea, de cuando era apenas una bebe rindieran frutos, porque lo leí y en mi mente lo leí con el mismo tono suave que una mujer de voz aterciopelada y melodiosa lo diría, una voz adulta y levemente parecida a la mía, la voz de mi madre. Se me entrecortó la respiración y pronto mi vista se vio empañada y si no hubiera habido detrás de mí una mesada de la cual sostenerme, seguramente hubiera caído hacia atrás. Las lágrimas afloraron mezcla entre melancolía, tristeza y felicidad, “Mary Jane Howells”… “Mary Jane”… Jane. Tantos años había esperado por saber cuál sería mi nombre real para descubrir que no sentía el que llevaba tan ajeno porque resultaba muy parecido, muy clásico, muy propio. Évoleth llego justo para sostenerme y sostener el frasquito que llevaba en la mano antes que resbalara de mi mano y perdiera algo que me había llevado 19 años encontrar.

- Es… es… son recuerdos, y llevan mi nombre, no me preguntes cómo lo sé, pero ese es mi nombre de nacimiento. Necesito un pensadero… un pensadero… - me erguí rápidamente y corrí a mi túnica en búsqueda de mi saquito mágico, revolviendo en él hasta sacar el objeto que necesitaba. Era increíble, al fin había llegado el momento que tanto había deseado, al fin. 

Life Story: Jeanne (3)

"¿Es bonito, no? Y es bastante útil. Claro,
sería más útil si se me diera bien escribir."
Descubrir un diario encantado y querer aprender a usarlo... de eso va este recuerdo.

El muro a mi espalda contagiaba el frío a cada uno de mis músculos estando allí apoyada, llevaba allí una cantidad de tiempo que ya incluso había dejado de chequear con el reloj, pero no podía simplemente abandonar e irme sin haber hecho nada. Estaba allí pasando entre mis manos las hojas de aquel diario que había comprado en Dervish y Banges, la encargada me había enseñado un poco como usarlo, pero todavía no lo había probado. Entre los dedos de mi mano derecha pasaba la pluma embebida en tinta, sin decidirme a que escribir. Se suponía que era sencillo. Uno escribía un cuento o un relato en el diario, y hasta ahí era normal, pero luego con pasar la varita rozando la hoja donde comenzaba uno de los cuentos que había escrito y utilizando el hechizo “Specialis Revelio”, este se mostraría como diapositivas, como una animación muggle sobre el libro, utilizando a su vez la imaginación de quien sostuviera la varita para poder darle forma a aquello que aparecería sobre el libro mientras la persona lee en voz alta el relato. Al parecer las hojas del diario estaban encantadas, como si en el proceso de preparar el papel no se hubiera utilizado ingredientes comunes, se había utilizado algo más.
Giré un par de veces más la pluma entre mis dedos hasta decidirme sobre qué debía escribir en la primera hoja blanca. Mi creatividad era pobre para inventar cuentos o historias, por lo que escribiría sobre mi misma, siempre había oído que escribir sobre aquello que nos preocupa o no sabemos expresar en voz alta nos ayuda a liberarnos un poco del pesar. Jamás lo había puesto en práctica, por lo que esperaba que mi escritura no resultara tan mala. Escribí sencillamente lo primero que se me vino a la mente, la historia sobre mi familia… resultaba tan difícil para mí contarlo, a veces siquiera yo lo entendía del todo. Mi letra no era digna de un premio a la prolijidad, era una cursiva llevada hacia un costado y bastante espaciada entre las palabras, con los bordes bien marcados de tinta y los finales de las letras algo perdidos al levantar la pluma antes de tiempo. Sin embargo, yo podía entender bien lo que iba escribiendo. Me tomó otro largo rato aquello, quizás pasó una hora hasta que logré terminar de escribir, y luego de leerlo dos o tres veces, estaba satisfecha con el resultado. Era el momento de probar si funcionaba como la encargada me había dicho, hasta ahora no era más que un diario común y corriente, aunque debía admitir que sentía un poco aquella ligereza mental al sacar un tema tan importante de mi cabeza como lo que estaba expresado en este escrito del que ahora buscaba la primer página. Era una buena sensación aquella.

Miré a los lados en el pasillo antes de continuar, debía leer en voz alta y entre estos muros la voz retumbaba y se perdía a través de los pasadizos, por lo que al menos quería asegurarme que nadie que estuviera paseando por aquí me oyera. En fin, debía arriesgarme. Saqué la varita de mi bolsillo y la posé sobre la primera hoja, rozando suavemente la punta sobre el largo de la misma, y pensando el hechizo que correspondía. Al mismo instante que pensé el hechizo, las letras comenzaron a mezclarse en la hoja y a salirse de ella hasta formar un hilo negro que seguía la punta de la varita, la cual ahora se iluminaba pareciendo un hechizo Lumos aunque sabía que no era eso lo que había recitado. Las letras dejaron de moverse y volvieron a la hoja y a formar las palabras de mi relato, la luz de la varita ahora formaba una esfera sobre la punta de la misma y sobre el libro, parecía una gran bola de adivinación, donde un humo blanco flotaba de aquí a allá. Supe que ese era el momento para comenzar a leer en voz alta, de alguna forma lo supe. “Hubo una vez una chica...”, mientras leía, las palabras se rodeaban de un borde dorado con el paso de mi voz y en aquella esfera figuras de colores suaves se formaban. Aparecían y desaparecían los sujetos de mi relato, siendo arrastrados por el humo blanco de la esfera de luz y formando las nuevas siluetas de los personajes que la historia iba haciendo aparecer. El único personaje que iba cambiando con el paso del relato, era el de la niña, el cual iba creciendo a medida que avanzaba, pero siempre llevaba un vestido rosa suave y el cabello castaño suelto sobre la espalda. Mientras leía, no había notado el efecto que tenía en mí el poder ver materializadas mis palabras de alguna forma en aquellos dibujos que danzaban entre la luz blanca que provenía de la varita, poco a poco se formaba un nudo en mi garganta y era difícil continuar leyendo así. No llegué a la mitad de lo que había escrito que la voz se me quebró y debí detenerme, en ese mismo segundo el encantamiento desapareció y aquella esfera se evaporó en un abrir y cerrar de ojos. Las palabras dejaron de estar delineadas por aquel bonito color dorado y entendí que si el lector no se controlaba bien y continuaba naturalmente, el hechizo perdía concentración y adiós diapositivas. Aun así me gustaba lo que había visto funcionar del libro, la encargada no me había engañado y tenía razón, era un diario muy especial. Mis pensamientos cambiaron de rumbo del relato a aquel objeto, serviría también para tranquilizarme por unos minutos. ¿Esta era la única forma de materializar las historias? ¿Habría otras formas? La curiosidad empezaba a embriagar mis sentidos con aquellas preguntas, y de algún modo debía responderlas, por lo que mi siguiente destino sería la biblioteca, donde gracias a Merlín ya podía ir más tranquila, desde la última visita, muchas cosas habían cambiado en mí.

Life Story: Jeanne (2)

"De cuando creí que sonaba genial hacerse un tatuaje."

Apenas quince años y estaba por cometer una locura. Estaba segura que si mi padre se lograra enterar de esto, era chica muerta. Oh vamos, a quien le importa lo que ese viejo gruñón piense… “A ti, pero solo por el castigo que vendrá si se entera.” Teniendo ello en cuenta es que Matthew me había obligado a disfrazarme para salir este sábado a Londres. De alguna forma un encantamiento había servido para cambiar el color de mi cabello, lucía rubia de raíz a punta y llevaba puestas mis gafas de sol y una bufanda me cubría la mitad del rostro. Cuando me vi al espejo tuve la sensación de ver a una ladrona, de las malas, pero ladrona al fin… pero bueno, así debería ir si quería que tuviéramos éxito.
Matthew había insistido en que quería saber cómo es que los muggles grababan cosas en su piel, siempre le había intrigado aquello y yo no tenía demasiada forma de explicarle más que por dibujos, así que habíamos terminado decidiendo hacer un pequeño paseo por Londres donde pasaríamos por una vieja galería del centro y le mostraría como hacían los famosos tatuajes. Bien, aquí viene el problema… Matthew quería hacerse un tatuaje, y no quería ser el único en pasar por ello, quería hacérselo conmigo. Le había advertido que nos pedirían identificación y ser mayores de edad, pero el insistió en que no había nada que el dinero no lograra, pero claro, él no tenía dinero muggle, así que iba a tener que ser yo quien pagara toda esta gran locura.
No me apasionaba la idea, solo me apasionaba el saber el riesgo que íbamos a correr, de cierto modo aquello me hacía olvidar todos los malos episodios de mi vida y hacia que mis venas se invadieran de algo que había ya dejado atrás, el impulso, el riesgo, la valentía de aventurarse a algo prohibido. Sin embargo, cuando estuvimos parados en la vidriera, yo con cara de pánico y Matthew con esa cara tan típica de los magos al ver algo muggle, sabía que quería dar media vuelta y salir corriendo. Habíamos logrado conseguir las identificaciones falsas por lo que en solo un abrir y cerrar de ojos, me vi arrastrada adentro del local de tatuajes con Matthew que ya le enseñaba muy confiado al dueño del lugar ambos carnets. Puse mi mejor cara de confianza en lo que estaba haciendo aunque seguro el hombre se podría terminar riendo de mi por mi mal intento de actuación. Increíblemente, el dueño fingió creernos o realmente se lo creyó.
El lugar era un asqueroso sucucho con luces de neón y dibujos por todos lados, rastros viejos de tinta salpicaban el suelo y habían instalado lo que a mí me resultaban muy parecidos a probadores de ropa pero no lo eran, eran cortinas que ocultaban las sillas y camillas para atender a los clientes. Por Merlín, habíamos elegido un lugar de mala muerte, con razón nos habían aceptado las identificaciones, estaban desesperados por clientes. Lo único que me tranquilizo fue ver el trabajo final que estaba realizando uno de los tatuadores en una chica. El hombre sostenía el dibujo en su mano y parecía que lo había calcado sobre la piel de la muchacha. “Quizás no sea tan malo… ¿no?”
Matthew paseaba la mirada por todos los dibujos, buscando algo que le gustara mientras yo seguía observando el lugar. Di algunos pasos inspeccionando y se me dio por abrir una cortina. La lámpara de trabajo estaba apagada, por lo cual el sector lucia oscuro a medios, y cuando alcé la vista del suelo al techo, encontré una lluvia de estrellas falsas allí, colocadas al parecer para que uno literalmente viera las estrellas en medio del proceso con la aguja pinchando la piel. No estoy del segura como, pero ello me trajo la idea de lo único que me gustaría grabar sobre mi piel. Quizás a muchos les parecería el tatuaje más infantil de la historia, pero… sabía que ello estaba perfecto para mi.
- ¿Eres de la policía o algo así, rubia? Vamos, sal de ahí a menos que te vayas a tatuar algo. – gruñó el dueño del lugar vociferando en voz alta para que pudiera espantarme. Contrario a ello, jamás me sentí más segura de algo, por lo que giré a verlo con una ceja alzada y caminé hasta el mostrador para arrojar allí el dinero por el tatuaje.
- ¿Quién dijo que no me voy a tatuar nada? Vamos, comencemos con esto. – este tipo de chica era una que no salía de mi hace un tiempo ya, pero que Matthew sonrió con ganas al oírme hablar con tanta seguridad e ímpetu. Le devolví la sonrisa y seguí por detrás al tatuador para realizar la locura por la cual había abandonado toda la seguridad de Hogwarts.
Indiqué al hombre que lo quería debajo de la clavícula, apegado al hombro donde no estuviera a simple vista y del lado que solía cubrir con el cabello. El hombre me obligó a explicarle que significado podían tener dos simples estrellas, lo que me fastidió un poco, pero suponía que era parte crucial de no permitir que la gente se hiciera cualquier estupidez para siempre.
- Bien, es algo así. Mis padres fallecieron cuando yo era pequeña, ¿sí? No llegué a conocerlos, no tengo idea como eran o siquiera sus nombres, entonces cuando me siento sola, simplemente miro las estrellas, tengo la idea de que de algún modo ellos podrían estarme viendo desde algún lugar del cielo o donde sea, pero siempre desde arriba, y siento que fueran dos estrellas más de la constelación, entonces así, aunque no sepa nada de ellos, evito olvidarlos, siento que no debo olvidarlos aunque todos me digan lo contrario. Así que si ahora te decides y me tatúas ese par de estrellas, podré llevar aquel recuerdo en la piel y asegurarme que nunca me olvidare de ellos, que al menos siempre existirán en mí. – suspiré al final de todo aquello luego de haber hablado mirando todo el rato el techo estrellado. Bajé la mirada y el tatuador parecía satisfecho, porque enseguida me mostró la aguja con la cual realizaría el procedimiento. Tomé aire una última vez antes de cerrar los ojos y dejar que el hombre realizara su trabajo.

Para mi suerte, Matthew me había prometido que luego de esto iríamos a ver un tranquilo concierto de ballet, por lo que tendría un merecido respiro de las situaciones locas. 

20140515

Drabble cotidiano 9: Tren

Quizás la mayor adrenalina que puede sentir alguien a quien la vida no le regaló demasiadas oportunidades es pararse al borde de las vías del tren a desafiar a aquel gran monstruo burgués que al pasar a toda velocidad le plantará mayor desafío que el sentir el hambre devorarlo cada día sin poder prestar la suficiente pelea.

20140514

Drabble Cotidiano 8: Agridulce

Muchos dicen que la vida es cruel, reclaman hacia el cielo esperando que una respuesta divina llegue y les diga porque ha caído la mala suerte sobre ellos. Mas la respuesta casi nunca llega. La vida hay que aprender como verla, como llevarla, hay que amoldarse a ella, y justamente es el aprendizaje más duro y que quizás nunca terminemos de aprender cómo hacerlo. La vida es agridulce, porque aunque cuando este todo oscuro y cueste ver la luz, nunca hay que olvidar que todo tiene dos formas de verse, bueno y malo, porque lo bueno existe a pesar de que sea muy difícil verlo, y de ambas situaciones debemos aprender. En ese mismo momento que alzamos nuestra voz al cielo reclamando justicia divina, es cuando debemos recordar: La vida nos arranca seres, personas, cosas para dejar espacios vacíos que deberemos aprender a completar por nosotros mismos. La vida es un eterno aprendizaje, debemos estar atentos para captar las enseñanzas de hasta las más pequeñas cosas que nos sucedan. Y todo pasa, en la vida, realmente todo pasa, lo importante es como interpretamos aquello que paso. ¿Y tú? ¿Ya has aprendido a ver la vida de otra forma?