Muchos dicen que la vida es cruel, reclaman hacia el cielo
esperando que una respuesta divina llegue y les diga porque ha caído la mala
suerte sobre ellos. Mas la respuesta casi nunca llega. La vida hay que aprender
como verla, como llevarla, hay que amoldarse a ella, y justamente es el
aprendizaje más duro y que quizás nunca terminemos de aprender cómo hacerlo. La
vida es agridulce, porque aunque cuando este todo oscuro y cueste ver la luz,
nunca hay que olvidar que todo tiene dos formas de verse, bueno y malo, porque
lo bueno existe a pesar de que sea muy difícil verlo, y de ambas situaciones
debemos aprender. En ese mismo momento que alzamos nuestra voz al cielo
reclamando justicia divina, es cuando debemos recordar: La vida nos arranca
seres, personas, cosas para dejar espacios vacíos que deberemos aprender a
completar por nosotros mismos. La vida es un eterno aprendizaje, debemos estar
atentos para captar las enseñanzas de hasta las más pequeñas cosas que nos
sucedan. Y todo pasa, en la vida, realmente todo pasa, lo importante es como
interpretamos aquello que paso. ¿Y tú? ¿Ya has aprendido a ver la vida de otra
forma?
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