20100131

Aión: Segundo Capítulo.



Capítulo 2.
La lluvia.


La lluvia puede ser buena o mala, dependiendo como y en qué momento desee intervenir. Sin embargo, la lluvia nos alcanza y nos llena de su fresca elegancia, nadie tiene la oportunidad de salvarse. Ni de sus maldiciones, ni de sus bendiciones.

Ya era la mañana del dieciséis de mayo y la lluvia no había dado descanso a nadie en Dunster. Los hermanos Rennart al ver por la ventana tomaron la decisión de alquilar un coche y así poder llegar a la academia, ya que con esa lluvia les sería imposible acudir a pie. Por suerte para ellos el primer día, aunque fuera “de clases”, no se dictaban clases, ya que como acudían chicos de todo el país, lo primero era llegar y acomodarse cada quien en sus alcobas y a su vez, conocer el lugar para que aquellos que llegaban por primera vez.
Tomaron sus pertenencias y se dirigieron a la entrada del hotel, que a pesar de lo antiguo, tenía un encargado muy amable al cual los chicos le pidieron que les encargara un coche. Este llego rápidamente y a paso apresurado cargaron las maletas en el baúl y emprendieron viaje. No era mucha la distancia del hotel a la academia, pero les daría la oportunidad de observar un poco más el pueblo.
En su camino identificaron un almacén, una tienda de recuerdos, una tienda de dulces y lo que parecía un pequeño museo, hasta que en un momento solo pudieron ver arboles bordeando un camino sinuoso a través de un bosque.
Avanzaron lentamente por el pequeño camino de asfalto, hecho con la precisión exacta para que un auto fuera hacia la academia y otro pudiera volver. Al principio parecía una ruta de eterna longitud, hasta que pronto el camino se abrió un poco y lograron divisar las torres del castillo para luego ya verlo con claridad.
Tal y como sus abuelos les habían contado el castillo parecía de una gran antigüedad y a su vez parecía que era enorme, igual que aquellos que se describen en los cuentos de hadas. No parecía estar demasiado fortificado ya que contaba con apenas un muro bajo de ladrillos grisáceos gastados por el pasar de los años. Tampoco contaba con torres de vigilancia junto al muro, apenas tenía un puesto de vigilancia en la entrada junto a la puerta, la cual parecía de una madera muy resistente y gruesa. Desde lejos no parecía una puerta muy grande, pero al acercarse, descubrieron que era enorme. Cuando finalmente se detuvieron ante ella un guardia les pidió su apellido.
- Rennart, Jack y Jeanne Rennart – dijo Jack ante la pregunta del guardia.
- ¡Oh!, Al fin llegan, una delegada los está esperando en la puerta del castillo, favor de pasar chofer.
El guardia les dio lugar y el chofer volvió a arrancar pasando por la puerta que tan amablemente les habían abierto.
Ahora se encontraban en lo que parecía que había sido el patio de armas del castillo. Un camino estaba marcado y por el transitaban alumnos a pie, en bicicleta y se observaba a algún que otro coche. A todo esto, la lluvia había disminuido, a pesar que aun el cielo estaba gris y amenazante, solo lloviznaba.
Junto al camino y un poco alejado de el, había varias pequeñas casitas antiguas que eran tiendas para la comodidad de los alumnos: una librería, una tienda de variedades, un pequeño almacén y otras tiendas más que luego Jeanne estaba segura que se dedicaría a conocer.
Avanzaron una pequeña distancia que no habrá llevado más de cinco minutos y el coche se detuvo.
Frente a ellos se encontraba la puerta del edificio principal, llevaba un escudo de madera y metal sobre ella el cual rezaba “Yorkshire Advance Academy of Art”. Se dispusieron a bajar finalmente, así que le pagaron al chofer y tomaron sus pertenencias. Del lado derecho, de donde iba Jack, alguien abrió la puerta desde afuera y el chico bajó seguido de Jeanne que se arrastro por el asiento hasta llegar a apoyar su primer pie en el camino de piedra.
Una chica de largo cabello rubio con ojos miel les dio la bienvenida y le pidió a Jack sus datos los cuales escribía en una libreta a la vez que el chico le respondía.
Mientras tanto, Jeanne, tomo las maletas del baúl del coche y se apresuro a ponerse junto a su hermano a la espera de que la chica terminara, pero no perdió el tiempo y se dispuso a observar a los alumnos que rondaban por allí y se detuvo especialmente en observar los uniformes.
Las chicas llevaban una camisa blanca abotonada con cuello medio, ajustada al cuerpo más abajo de los codos y debajo del pecho, desde el comienzo de éste hasta la mitad del cuello, la tela cambiaba a una un poco más transparente y luego subía recta hasta un borde con puntillas muy delicadas. Por debajo de ellas y alrededor del cuello una cinta azul petróleo se veía unida en el centro por el escudo conteniendo en él el símbolo ancestral de la academia, debajo de este escudo continuaba la cinta que se dividía en dos marcando con una línea negra su final a la altura del cambio de telas en la camisa.
Sin embargo observo que otras chicas, que parecían más grandes, no tenían el mismo diseño de cinta. La línea negra que marcaba el final de esta en las chicas que había observado antes, ahora se encontraba en forma vertical marcando el contorno del largo. También observo que el escudo se encontraba en el botón de un moño del mismo color de la cinta.
A parte de eso, observo otro detalle en la manga derecha de la camisa. Llevaban líneas bordadas en la parte anterior a los codos. Algunas tenían más líneas y otras menos, algunas una sola y otras llegaban a tener cuatro. Las líneas eran azules pero algunas tenían una línea dorada o una línea roja por debajo de las demás.
Llevaban pollera corta y también azul petróleo, medias largas al tono que llegaban hasta el borde de la pollera y botas negras que llegaban a la rodilla concluían el uniforme de las chicas.
Por otro lado estaban los chicos, ellos llevaban camisa blanca simple y corbata azul petróleo. El escudo lo llevaban prendido al bolsillo que se encontraba en el pecho de la camisa del lado izquierdo. De algunos colgaban las dos cintas petróleo con las líneas negras al final y de otros con las líneas a lo largo del contorno, al igual que las chicas. Los detalles de las líneas en las mangas eran iguales a los anteriores. Para completar el uniforme, llevaban pantalón del color distintivo y zapatos formales negros.
Respecto a sus abrigos, tanto los pulóveres de las chicas como los chalecos de los chicos eran grises claros. Algunos llevaban largas túnicas del mismo color para protegerse aún más de la lluvia.
La chica que estaba frente a Jack tenía en su manga dos líneas azules y una dorada. Jeanne se acerco un poco más a su hermano y logro escuchar aquello que hablaban mientras intentaba deducir el porqué de la distinción dorada.
- ¿A qué año vas?
- Tercer año del secundario, orientación de Artes Antiguas. ¿Y vos…Hm, como era tu nombre?
- No te interesa… - Jeanne pudo observar que la chica rubia con apariencia de modelo de repente cambiaba su aparente rostro tierno por una mirada de agobio. - ¿Cómo es tu nombre y a qué año vas? – dijo ella mientras señalaba con su lapicera a la pelirroja.
- Jeanne Rennart…Creo que segundo año de Música, al menos así era en Chicago. – la chica que la escuchaba tomó nota y extendió su mano. – Un gusto, soy Rose York, delegada del segundo año de Música y encargada del recibimiento a los nuevos alumnos por parte del consejo estudiantil, espero que nos llevemos bien. – la chica sonrió y Jeanne tomo su mano. Acababa de develar el primer misterio que se le había presentado.
- Yo también lo espero realmente…
- Y yo igual – dijo Jack corriendo a su hermana y tomando la mano de Rose, pero ella instantáneamente la retiro. Rose se acerco un poco a Jeanne.
- Tu hermano no me cae bien… - le dijo en un murmullo a lo que la otra chica se rio. – Bien, los acompaño a recorrer la academia.
- Genial – dijo el chico.
- Un segundo, ¡espera Rose! – En ese momento un chico de pelo negro lacio y de picara mirada llegó corriendo por detrás de Jeanne y tomo la maleta que estaba en el suelo y la que Jeanne tenía en la mano. El llevaba también dos líneas en su camisa blanca pero no portaba ninguna otra distinción. – Déjame que yo acompañe a nuestro nuevo amigo a recorrer la academia y que lleve sus pertenencias dentro.
- No, no te preocupes, Rose me puede acompañar, ¿cierto? – dijo esperanzado Jack amagando a sacarle de la mano el bolso al chico.
- Seria mejor que Fred lo hiciera, yo no puedo entrar a la residencia de los chicos, el sí. – Rose sonrió ampliamente y saludo con un beso en cada cachete a Fred el cual se fue con el desilusionado Jack por la entrada principal.
Rose tomó delicadamente de la mano a Jeanne como si fuera una antigua dama aristócrata y la arrastro a paso apresurado por la entrada al edificio principal pasando por debajo de un descanso de dos escaleras que salían hacia los costados hasta llegar a una puerta que llevaba el cartel “Tramites e inscripciones”, Rose abrió la puerta, giró a sonreírle a su acompañante y entraron a un salón muy grande donde todo era de diseño antiguo, en madera y piedra, con pinturas de antiguos monarcas y cortinas de terciopelo azul muy fino. Allí muchos estudiantes andaban de puerta en puerta de las que parecían oficinas.
- Hey, vamos, ¿O piensas quedarte parada allí todo el día? – dijo Rose al notar que Jeanne se había quedado sorprendida mirando todo a su alrededor.
- No, ¡ya voy! – Jeanne dio un paso adelante y quiso llegar a paso apresurado a donde estaba Rose, pero en el intento y por estar hipnotizada con el lugar, se choco con un estudiante cayendo torpemente al suelo y golpeándose la espalda. Jeanne algo desconcertada se sobaba la espalda mientras intentaba sentarse hasta que miro con quien había chocado.
- Podrías mirar por donde caminas, ¿no te parece? – dijo molesto el chico que levantaba algunas partituras que se habían desparramado por el suelo en la caída.
- Lo siento… - Jeanne no supo que mas decir y comenzó a agarrar algunas hojas desde donde se encontraba. El chico dirigió la mirada a los ojos de la pelirroja la cual se ruborizo al notar como un par de ojos marrones miel la penetraban enojados. En un marco de pelo castaño claro, casi rubio, lacio, muy desordenado, tez clara y facciones aguerridas, quien debería parecer un caballero ingles parecía más un ogro de las montañas. - Igual tu…
- Tranquilo, no te vio, fue solo eso, te deberían de enseñar cómo tratar mejor a las damas. – Jeanne se sintió interrumpida y escucho la desconocida voz provenir de detrás de ella. Giró la mirada y se encontró con un chico muy alto, de delicadas facciones y cabello oscuro. Éste le tendió la mano a Jeanne y a ella solo se le vino a la mente la escena de los libros en que el príncipe invita a bailar a la princesa con todos los honores tendiéndole la mano delicadamente. Jeanne la tomo, se apresuro a levantarse del suelo y luego se acomodo el abrigo. Miro al chico que la había ayudado y aún algo hipnotizada se decidió a hablar pero Rose llego junto a ella.
- Gracias Nicholas, no sé qué haríamos sin alguien tan caballeroso como vos en esta academia, no como otros…-Rose giro la mirada al chico que acababa de terminar de levantar las partituras del suelo.
- Ya Rose, no molestes, estoy apurado. La próxima, Fox, no te metas donde nadie te llama. – el chico le quito las hojas a Jeanne de la mano y siguió camino hasta la puerta de salida a paso apresurado. La pelirroja observo con mala cara como aquel chico se iba, pero rápidamente volvió la mirada a quien parecía llamarse Nicholas.
- Muchas… - se dispuso a decir, pero Rose la tomo de la mano y la comenzó a arrastrar hacia una de las oficinas dejando atrás al chico lindo que se limito a sonreírle.
- Gracias Nick, ¡después nos vemos! Vamos, es porque aquí Jeanne, hay que apurarnos. – La rubia abrió la puerta que tenía ya frente a ella y se encontraron con una mujer de cabello corto y rulos que sonrió en cuanto vio a Rose.
- ¡Querida Señorita York! ¿En que la puedo ayudar?
- Deja las formalidades aquí, por favor. – dijo con cara de agobio la rubia.- Margaret, ella es nueva y tiene que llenar los formularios, necesita el uniforme y demás tramites de inicio. – le dijo. – Es Jeanne Rennart.
- ¡Oh!, ¡Rennart! ¿Hija del político William Watson, verdad? Bienvenida señorita a la Academia Yorkshire. Esperamos que se sienta a gusto aquí.
Jeanne se sintió incomoda y nerviosa a la vez al escuchar el nombre de su padre, parece que las noticias no habían llegado de forma tan masiva a Gran Bretaña como en Estados Unidos. Intento calmar su sistema nervioso un poco y le respondió.
- Si, pero él está de viaje. Gracias, yo también lo espero. – Jeanne sonrió amablemente y tomo unas hojas que la señora le dio para completar. No entendió del todo porque mintió en ese momento, pero tampoco quería retractarse.
- ¿Crees que puedas completar todo eso sola?, Yo necesito ir a verificar en que habitación te tocara quedarte. – le dijo Rose ahora preocupada.
- No hay problema, muchas gracias por tu ayuda. Eres muy amable.
- De nada, Jeanne, vuelvo enseguida – la chica rubia sonrió y la vio salir corriendo de la oficina.
Rápidamente volvió la mirada a las fichas que debía llenar y comenzó a escribir. Fue terminando algunas líneas y decidió revisar
- Bien, veamos…Información del alumno…lista…Información de los padres… ¿de los padres? – se sintió incomoda nuevamente, al leer esa parte de la ficha y por un instante sus ojos se empaparon. Lo pensó por un segundo y sin darse cuenta tomo la decisión equivocada y decidió llenar la ficha. Termino con todos los papeles y se los entrego a Margaret. Ésta busco una gran bolsa con el escudo de la academia que estaba junto a su a escritorio y se lo entrego a la chica.
- Es el uniforme de invierno y verano junto con el equipo deportivo. Procura cuidarlo mucho y llevarlo con honor. – la pelirroja tomo la bolsa y sonrió a la señora. Se despidió y salió de la oficina y del salón de trámites. Camino hacia las escaleras que había visto en la entrada. Al llegar allí, se sentó en el suelo contra la pared doblando las rodillas contra su cuerpo y dejando a un costado la bolsa. Se quedo observando cómo los estudiantes pasaban, todos los chicos caminaban galantemente y las chicas parecía que danzaban al caminar, se sintió rara entre ellos, se sintió como el patito feo de la historia, como la campesina entre la realeza y más lo sintió cuando las chicas la señalaban criticando que estuviera sentada en el piso. Aun así lo pensó dos veces, y llego a la conclusión de que no iba a dejar que Inglaterra y toda su gente de la realeza cambiara su forma de ser, así que miro a las chicas que la señalaban y les insinuó con una mirada bastante enojada que si no dejaban de mirarlas, la extranjera, las mordería, instantáneamente las damas muy elegantemente se retiraron excepto una que sostuvo una mirada burlona hacia la pelirroja. La chica tenía un pelo largo hasta la cintura, rubio muy claro, era bastante alta y tenía unos llamativos ojos celestes. Se acerco a donde Jeanne estaba sentada y aun mirándola saco una moneda de su bolsillo y la tiró junto a la chica.
- Ahí tienes, para que hoy puedas comer. – dijo burlonamente la rubia. Jeanne se quedó pasmada al ver lo que había hecho, tomo la moneda y se levanto del suelo. Miro ferozmente a la chica que aun se mantenía firme frente a ella.
- Muchas gracias, me va a servir para juntar dinero y comprarte un cerebro.
- ¿Qué dijiste?
- Que no te hice nada y tu ya me estas molestando.
- Por la Reina, ¡que vulgar que eres!, ¡Como te diriges así a mí! ¿Sabes con quien hablas, pobretona? – la rubia empezaba a molestarse y Jeanne la miro de arriba a abajo.
- Por lo que veo, con una lagartija rubia. – sonrió y quiso terminar el pleito yéndose por el costado, pero la chica la tomo del brazo.
- Suéltame lagartija. – la pelirroja la miro fieramente.
- No, primero te vas a dirigir a mí con respeto, soy hija del primo de la reina, soy parte de la realeza, a mi no me vas a hablar como quieres y tan vulgarmente. Mi nombre es…
- …Catherine Leith, si, con ella vas a compartir habitación Jeanne. – Rose apareció hablando pero muy compenetrada en su planilla. Levanto la mirada de ésta y corrió a separar a las dos chicas. – ¿Pero qué sucedió aquí?, ¿Otra vez peleando con una chica nueva, Cathy?
- Rose…Ya, sabes que ellas me molestan a mi por ser tan bella… - Catherine soltó el brazo de Jeanne.
- Ya quisieras – murmuro por lo bajo la pelirroja.
- ¿Qué dijiste pobretona?
- Ya Catherine, te conozco, basta. – Rose miro severamente a la rubia y ésta giro la mirada y se cruzo de brazos. – Hasta el momento estuviste sola en tu habitación Cathy, y como bien sabes allí pueden estar dos personas, así que espero que no le causes problemas a Jeanne y la recibas bien.
- ¡¿Qué?! – dijeron Jeanne y Catherine a la vez girándose a mirar a Rose. - ¡¿Con ella?! – nuevamente ambas hablaron a la vez.
- ¿Estas bromeando no, Rose? – preguntó Cathy.
- Para nada – la delegada sonrió y tomo la bolsa que seguía en el suelo.
- Vamos, te acompañare a tu cuarto, no sea que la dama de la realeza te tire por una ventana en el trayecto. – dijo Rose y se empezó a reír. Catherine volteó la mirada bastante molesta y salió por la puerta principal. Mientras tanto, Rose, tomo la mano de Jeanne y camino hacia el pasillo que se encontraba justo al costado de esa puerta. Tomó el camino izquierdo y siguieron derecho por allí pasando por varias puertas de lo que parecían salones hasta doblar a la izquierda nuevamente, allí siguieron un poco más y salieron del edificio, pasaron entre dos aulas separadas de la construcción principal, parecían aulas pero fuera del castillo. Pasaron por un pasillo entre ellas y se encontraron con una gran fuente de agua.
- Aquí es el patio interior del castillo, lo que viste recién eran las aulas interinas, aulas para los clubes y las actividades extras. Por alguna extraña razón del arquitecto, se construyeron totalmente separadas del edificio principal rodeando el patio interior. Los edificios que se levantan aquí a los costados – dijo Rose señalando dos edificios que ocupaban buena parte del patio y se encontraban con sus puertas frente a la fuente, pero a una distancia bastante amplia de ella. – Son los comedores, aquí tomamos todas las comidas del día. Uno es para alumnos de la Universidad y el otro para los de Secundaria, ese es el nuestro – Señalo el del lado derecho.- Cada edificio tiene cuatro pisos y cada uno es bastante amplio, eso hace que la estancia aquí resulte cómoda aunque seamos tantos alumnos.
Jeanne observo cada cosa que Rose le mostraba, pero se detuvo con la mirada en la fuente. Hechizada por alguna extraña sensación se acerco a tocar su borde. Este reflejaba el paso del tiempo, estaba hecha de piedra, ya bastante gastada y en partes rota, pero aún así hermosa con una pequeña estatua de una figura griega que dejaba caer agua de su jarrón. Jeanne toco el agua y sintió como si cientos de años se borraran y ella volviera atrás. A su mente se vino un sentimiento de deja vu y vio pasar una imagen de una extraña dama envuelta en una sombra negra tocando el agua de esa misma fuente. Retiro la mano del agua y retrocedió asustada rápidamente. Rose noto como Jeanne se había puesto pálida y la cara de miedo que ahora tenía.
- ¿Estás bien?, ¿Sucede algo? – dijo apresurándose a tomarla de los brazos desde atrás.
- No, no te preocupes, está bien. – Jeanne se calmo y sacudió un poco la cabeza para aclarar las ideas. – Sigamos por favor.
- Bien, como desees. – Rose sonrió y comenzó a caminar por el costado de la fuente y luego derecho hacia una abertura que había en la continuación del edificio principal. – Por aquí.

En los bosques de la Academia, a la vez que Jeanne conocía el lugar, había alguien que bajo la lluvia parecía charlar con otra persona sobre un importante asunto.
- Ella ha llegado, ¿Es a ella a quien has estado esperando?
- Si, por tantos años solo la he esperado a ella… - respondió una suave voz que de ser un poco más baja seria casi inaudible.
- ¿Ella evitara que te vayas?
- No, ella me ayudara a irme. – nuevamente la voz era muy baja y lo único que se distinguía desde donde provenía era un brillo plateado muy pequeño. – Ella es la doncella que revivirá antiguos sentimientos y yo estaré dispuesta a ayudarla si así fuera necesario y si no me lo impiden, claro esta. Si logro ayudarla, no solo lograra su cometido, sino que también me ayudara a irme de aquí.
- Me pone triste pensar en que te irás, pero si sientes que es lo mejor para ti… - el chico tenia ojos verdes claros y en la oscuridad era imposible distinguir alguna otra de sus facciones, solo sus ojos eran posibles de ver gracias a un pequeño destello de luz que ingresaba entre los árboles. – ¿No crees que es un hermoso día?, la lluvia siempre limpia todo y nos ayuda a empezar con algo nuevo.
- Pero la lluvia también puede acarrear tristeza, dolor y sentimientos desconocidos, ¿no crees?
- Puede ser, pero al parecer, hoy nos trajo a la doncella y nos está preparando para algo nuevo. Por cierto, ¿cuál es su misión aquí?
- No puedo decírtelo. Por ahora solo siente la lluvia en tu rostro y prepárate, tu también serás parte de ello.
- No pareces dispuesta a decirme nada, así que te hare caso y por el momento me retirare.- el chico se levanto y comenzó a caminar a través de los arboles aunque se detuvo por un segundo. – Sin embargo, no prometo dejarte ir sin que al menos me digas quien eres, hace mucho que vengo yo aquí a contarte sobre mí, pero tú, te niegas a hablar sobre ti. ¿No crees que sea cruel de tu parte?
- La crueldad no es algo que yo sepa manipular, solo reservo mi identidad. Al igual que en este día no podemos acertar que la lluvia sea del todo buena o del todo mala, tampoco podrás resolver nada sobre mi si te contara quien soy, no eres quien lo debe hacer, estoy esperando al elegido para ello. Ten confianza, en que algún día, quizás también en un día lluvioso y húmedo como este, puedas saber sobre mí. Por ahora, caballero, espera pacientemente, hazme compañía si aún así lo deseas y yo te escuchare como lo hecho por dos años sin presentar ningún problema.
- Bah. – Algo molesto, el chico siguió camino y salió del bosque rumbo al castillo, sabía que pasaría algo interesante en los próximos días y quería saber más sobre ello, su hambre de conocimiento no era saciada, solo era más y más provocada.
Estaba llegando a la residencia masculina y observo a la chica que estaba por entrar en el edificio de al lado. ¿Ella cambiaria todo? ¿Cómo lo haría? ¿Por qué? ¿Qué tenia de especial? Esperaba que quizás la tormenta que parecían traer las nubes grises del cielo se lo contaran y así al menos aliviar un poco su curiosidad.
La llovizna parecía aumentar y comenzar a convertirse en lluvia. Jeanne levanto la vista al cielo gris que la cubría y rogo que pudiera seguir adelante. Bajo la mirada y siguió a Rose hasta entrar a la residencia femenina que se encontraba saliendo del edificio principal y cruzando un pequeño jardín. Se adentro allí, esperando que esa, su nueva casa, sea un lugar donde poder pasar buenos momentos y así dejar atrás el sufrimiento. Una vez más se repitió a sí misma el ruego que le había extendido al cielo.
- Lluvia, llévate los recuerdos que no quiero guardar y deja lugar a los buenos momentos.
Pero a Jeanne no le esperaba un camino fácil, su camino iba a ser difícil, lleno de piedras y tropiezos. Sin embargo, había una persona que estaba deseosa de que lo superara y esperaría por toda la eternidad si era necesario para lograr llegar a la meta, para que su misión se complete, para tener, otra oportunidad.


2 comentarios:

Marcia dijo...

Waaa Nicholas! xD vale vale, me gustó el capi, me has dejado intrigada hmm ¿quienes eran los que hablaban? hmmm sigue subiendo pronto más capis andaré esperando *-*

nos vemos hermanita! besos!

Anónimo dijo...

ea!despues de un tiempo volvio xD
muy bueno el cap sobre todo el final y aguante rose (?)
Atte. Mr. Chov (?)